Capitulo 8

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LADY LORENZA Y MISS BAIRN HUMILLADAS

La señora O' Feilgen manifestó una gran satisfacción cuando Liliana, al ir a buscar a Trick para tomarle como compañero de paseo, le contó lo que había sucedido.

— ¡Vamos, entonces ya está enterado lord Stanville del trabajo que te encarga su madre! Me parece que ya podrás estar tranquila a este respecto, mi querida niña.

Roseta, cuya mirada brillaba de envidia, dijo con una ligera ironía :

—¡Cómo se humaniza el guapo lord Stanville! ¿Debe usted estar estupefacta, Liliana ?

La joven contestó sencillamente, sin comprender la intención de Roseta.

—Realmente, no le reconozco. Sin duda en el fondo es que su madre.

Cuando Liliana hubo marchado con Trick, la señora O'Feilgen dijo a su cuñada: 

—No, le hables así de lord Stanville, Roseta. Es inútil suponer a esta muchacha ideas que no tiene.

Roseta se encogió de hombros.

— ¿Crees tú que no las tiene ? Es sin duda más avispada de lo que tú crees.

—Estoy segura de que no hay ninguna malicia en ella a este respecto. Somos nosotros los que nos hemos imaginado a lord Stanville enamorado de su pupila.

—¡Vamos ! Un hombre de su edad y de su carácter, que se interesa ahora de este modo por una pupila a la que ha tenido hasta hace poco relegada a la más completa indiferencia... No, Fanny, comprenderás también como yo que se trata de otra cosa que de remordimientos de su pasado como lo cree o parece creerlo Liliana.

La señora O'Feilgen suspiró:

— ¡Pobrecilla! ¡Qué dificultades y qué sufrimientos la esperan si fuera así! ¡No puedo pensarlo! ¡Y quiero seguir creyendo que son figuraciones nuestras, Roseta !

Esta rió irónicamente y contestó:

—Tienes por costumbre no ver la realidad hasta el día en que te ciega completamente.

Aquella tarde, Liliana tras de pasar de nuevo por casa de sus amigas, al regreso de su paseo, entró en Stanville-House cuando empezaba a anochecer. En el descansillo del primer piso, se encontró frente a Carrie, que se preparaba a bajar. Con voz arrogante le preguntó:

—Dime, Liliana, ¿cuándo estará terminado el pañuelo que te di para bordar?

—No podrá estarlo antes de tres o cuatro días, miss Bairn. El dibujo es tan complicado que no puedo trabajar mucho rato en él.

—Lo necesito para pasado mañana. Arréglatelas como puedas : vela y en paz.

Una silueta masculina surgió de la sombra de un corredor tras de Carrie. La voz de lord Stanville se elevó dura, fría:

— ¿Qué significan ese tono y esas palabras, Carolina? ¿Y con qué derecho haces trabajar así a Liliana?

Miss Bairn hizo un tan brusco movimiento de terror que estuvo a punto de caer por la escalera. Y apoyándose en la balaustrada de piedra, balbuceó:

—¡ Pero yo... yo... !

—Le devolverás ese pañuelo, Liliana, tal corno esté. Te prohíbo dar en él un punto más y aceptar en adelante el menor trabajo para ella, sobre todo, pedido en esta forma. ¿Y por qué la miss Bairn cuando ella te llama por tu nombre?

Liliana enrojeció turbada y contestó :

—Lady Lorenza me lo ha mandado.

—Está bien. En este caso, Carolina, tu harás lo mismo respecto a la señorita de Sourzy, ya que ella está aquí con los mismos títulos que tú, como parienta mía, y quiero que sea tratada en la misma forma. ¿Supongo que me habrás entendido?

La casa de los RuiseñoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora