LA PRIMERA VISITA A LOS O'FEILGEN

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              Al siguiente lunes, la señora de Sourzy fue a presentar a Liliana a la directora del pensionado, escogido con anticipación por lady Stanville. Era éste un modesto pensionado que nada tenía de común con el colegio aristocrático a donde acudía Carolina Bairn. Lady Lorenza lo había dejado ya todo dispuesto, según comunicó miss Lebson a la señora de Sourzy. La pobre madre se contuvo de manifestar algunas objeciones que se disponía a emitir acerca de algunos puntos, comprendiendo una vez más, que no le quedaba más recursos que someterse.

Sí, someterse a una esclavitud, peor que la de los criados de Stanville- House, a los que, por lo menos, quedaba la libertad de buscar otra colocación cuando la que tenía dejaba de convenirles.

Lady Stanville le había dicho cuando fue a verla a París: << Ya encontraremos algo en que ocuparla a usted >>. Y cumplía su palabra. Una camarera de la que no se hallaba satisfecha abandonó Stanville- House, y la señora de Sourzy la sustituyó para recoser la ropa. La pobre mujer acababa de consumir su ya fatigada vista, para satisfacer las exigencias de su parienta, nunca contenta, que lo curioseaba todo murmurando constantemente: <<que no servía para nada>>. Y Liliana que con gusto hubiera hecho cuanto le fuera posible para ayudar a su madre, se hallaba completamente ocupada con sus clases y con muchos otros trabajos más o menos penosos, <<pero excelentes para acostumbrarla a la modesta situación que la esperaba en el porvenir>>

Lady Lorenza parecía sentir una particular antipatía hacia la niña. Y aunque Liliana era una realidad una chiquita muy educativa, sencilla y discreta, todo cuando hacía se hallaba sujeto a crítica.Se le presentaba como ejemplo los ademanes ridículos y pretenciosos de Carrie, sus ojos hipócritamente bajos, su voz apagada y antipática; la señora Sourzy tuvo que sufrir más de una censura acerca del hermoso cabello de oro que se obstinaba en ondularse hiciera lo que se le hiciera. La señora Stanville llegó a acusarla de mala voluntad por vanidad maternal. Y como la pobre mujer trata de protestar, se la interrumpió así:

-¡Yo sé lo que me digo! ¿Es que acaso no veo las miradas de satisfacción con que envuelve usted a esa chiquilla? Si tuviera usted únicamente un ápice de buen sentido, se sentiría desolada al ver semejante cabellera en la cabeza de su hija, una cabellera que es capaz de hacerla acabar mal más adelante.

-¡Por Dios, prima!

-¡Sí, señora! Sin duda alguna le bastó esto a María Magdalena, por lo tanto una madre prudente debería preocuparse de evitarlo aunque fuera tiñendo ese cabello, eso es.

La señora de Sourzy no pudo contener un grito de horror.

-¡Teñirle el cabello a Liliana!

-¿Y por qué no?

Lord Stanville, que acababa de entrar en el salón- esta discusión tenía lugar antes de la comida,- oyó las últimas frases y dijo con impaciencia:

-Deje usted ya esto, madre. Lo que importa es que esta niña sea educada seriamente y no precisas para acabar mal tener el cabello como María Magdalena, como podemos probarlo desgraciadamente cada día.

-Sí, pero eso es más fácil ser inducido al mal haciéndose notar así.

-Esto es verdad. Pero, no obstante, esta idea de la tintura me parece un poco extraña. Creo que haría usted bien en renunciar a ella.

Como siempre, lady Stanville se inclinó ante el parecer de su hijo, los cabellos de Liliana fueron salvados del peligro que les amenazaba. Aunque, evidentemente, Hugo se había conducido así en aquella ocasión por simple impulso del hombre inteligente a quien impacienta toda discusión inútil, y no por interés hacia la niña a la que nunca dedica la mejor atención, la señora de Sourzy y Liliana le guardaron un profundo reconocimiento, como también por la decisión que debía consentirles tratarse con la familia O'Feilgen.

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