La cena fue una bienvenida para Fátima. Sólo estuvieron presentes Ofelia, su hermana y Dámaris porque Salvador, a quien la recién llegada aún no conocía, había preferido cenar solo en su cuarto, lo que en realidad era bastante común en él. Luego de cenar, asignaron a Fátima un cuarto de huéspedes al lado de la habitación de Ofelia, que con gusto ayudó a su hermana a acomodarse.
La noche ya había caído pero el sueño aún no vencía los párpados de la joven que esperaba por aquel hombre quien había prometido explicarle lo que habían visto en aquel cuarto lleno de hombres de piel oscura, cuyos ojos aún dominaban sus pensamientos. Esperó varias horas mirando desde su ventana como se mecían las ramas del árbol plantado junto a ella. Finalmente, cuando el cielo comenzaba a teñirse con algunas líneas anaranjadas provenientes de los rayos del sol, se durmió sólo para soñar con cadenas y libertades oprimidas.
Despertó sobresaltada con los golpes de Isabela en la puerta de su habitación, anunciando que el desayuno estaba servido. Se levantó de un salto y corrió hasta su mesa para ver si encontraba alguna nota, pero no había nada. Desilusionada, comenzó a vestirse y prepararse para bajar. Lavó su cara con agua fría y contempló en el espejo de su habitación que la noche de insomnio había dejado dos círculos negros bajo sus ojos.
Bajó hasta el salón donde solían comer cada día. La mesa estaba servida para que ella desayunara, pero no había nadie sentado e Isabela recogía algunas tazas vacías que indicaban que el resto de los habitantes de la casa, incluida su hermana, habían desayunado. Hizo una mueca porque no le gustaba comer sola, pero finalmente se sentó y bebió el café caliente con pan. Cuando terminó se puso de pie, dispuesta a buscar a su hermana, tenía mucho que conversar con ella y quería ponerla al tanto de todo lo dicho en sus cartas, aquellas que por alguna extraña razón nunca habían llegado a destino. Frunció el ceño al escuchar su voz proveniente desde el jardín, escuchaba su risa limpia y jovial. Se puso de pie y caminó hasta la puerta. No podía dar crédito a sus ojos, Fátima estaba sentada en el banco de madera con Salvador, conversaban y ambos reían. Al ver la situación tuvo una sensación extraña, una punzada de celos la atravesó; ¿por qué reía con su hermana a la que recién conocía cuando había sido tan despreciable con ella en un comienzo? Fátima giró y la vio parada en el dintel de la puerta, los miraba con una expresión que no podía descifrar, pero que indicaba que algo estaba mal.
- Buenos días Ofelia
La saludó Salvador, sorprendiendo a Fátima porque él no podía ver pero sin embargo sabía que su hermana estaba parada en la puerta, observándolos.
- Buenos días... veo que ya conoció a mi hermana.
Él asintió con una sonrisa – Estaba diciéndole que me parecía una excelente idea que esta noche asistiéramos a la ópera, estrenan una obra llamada "La tempestad", ustedes podrán admirar la escena y yo escuchar. Por supuesto que también está invitada. – Ofelia frunció más el ceño haciendo que dos arrugas se marcaran en su frente. Él nunca, nunca iba a la ópera.
- Suena bien, claro que iremos, ¿verdad Fati?
Concluyó luego de unos segundos, con una sonrisa en los labios, cambiando drásticamente su expresión facial. Su hermana asintió con la cabeza sin comprender demasiado bien la actitud que estaba tomando Ofelia. - ¿Puedo hablar contigo Fátima? – preguntó finalmente, a lo que la jovencita respondió poniéndose de pie y disculpándose con Salvador. Luego siguió a su hermana hasta la biblioteca de la casa, donde se encerraron.
- ¿Por qué eres tan fría con él? – preguntó la menor mirándola de lado. – parece un buen hombre, además es ciego, deberías ser amable con él.
- ¿Yo soy fría con él? – Ofelia dejó escapar una risita sarcástica – aún no lo conoces, puede ser un verdadero cretino cuando se le antoja.
- A mí me pareció bastante amable de hecho.
- No te he llamado para hablar de Salvador – la interrumpió con rudeza y Fátima se quedó en silencio – debes tener cuidado Fati, hay cosas de esta familia que no me gustan, ten cuidado con quién hablas y qué hablas.
- ¿A qué te refieres?
- A que no seas demasiado confiada. Sólo eso.
- Me estás asustando Ofelia – se quejó
- No es para asustarte, sólo es advertirte que no debes confiar en todo el mundo, es diferente a casa. Por favor sólo prométeme eso.
- Está bien, lo prometo. ¿Es cierto que iremos a la ópera?
Su hermana asintió con la cabeza, sonriendo, a pesar de que le parecía extraña esa actitud tan amable de Salvador hacia Fátima en su primer encuentro. Aunque en realidad reconocía que le molestaba más que él no hubiese sido así con ella.
*-*-*-*-*-*-*
Pablo conducía el carruaje hacia el teatro de la ciudad. Fátima sonreía admirando a su alrededor las calles y las parejas que caminaban tomados del brazo por las aceras. Cuando se detuvieron, la sonrisa en sus labios se amplió, también Ofelia sonrió. Salvador le dio unas recomendaciones a Pablo que ninguna de las mujeres fue capaz de oír, y luego aceptó gustoso que Fátima lo guiara al interior del teatro. Ofelia imaginó el reproche que le hubiese hecho a ella si se hubiera ofrecido para ayudarle: "No necesito su lástima señorita". Movió la cabeza de lado a lado, extrañada, y caminó detrás de ellos hacia el interior. Se ubicaron en uno de los palcos, desde donde ellas podían observar perfectamente el escenario.
- ¿Este lugar es bueno para usted? – le preguntó Ofelia a Salvador, él se limitó a responder con un asentimiento de cabeza.
Se sentaron, el teatro era asombroso. Un gran telón de terciopelo rojo cubría el escenario. Había luces iluminando el recinto y la gente comenzaba a llegar y ocupar sus asientos. Los hombres vestían trajes y las mujeres ostentaban preciosos vestidos y peinados. Todo quedó en silencio cuando las pesadas cortinas de terciopelo se corrieron para dar lugar a la escenografía y a una mujer que comenzó a cantar de tal forma que hizo que las entrañas de Ofelia se estremecieran. Miró de reojo a su hermana y a Salvador; Fátima contemplaba la escena fascinada a través de unos binoculares, mientras él tenía los párpados cerrados y una sonrisa que ella nunca antes había visto. Se quedó mirándolo unos segundos, parecía mucho más guapo cuando sonreía así. Las comisuras de sus labios se estiraron un poco más y sintió el roce de su brazo con el de él. Se acomodó en la butaca y luego dirigió nuevamente la mirada hacia la mujer que continuaba cantando.
Cuando el primer acto estaba casi concluyendo, Ofelia sintió una mano posarse en su hombro, giró la cabeza y de entre las sombras del teatro apareció Guillermo, enmascarado como siempre. Llevó un dedo a sus labios indicándole que se quedara en silencio y luego se acercó hasta su oído, "sígame Ofelia, por favor" susurró. La joven miró a sus acompañantes, quienes no se habían dado cuenta de nada, se puso de pie despacio, dispuesta a seguirlo. Él caminaba a su lado, tomó una de sus manos para ayudarle a subir una escalinata y luego corrió una cortina también de terciopelo, pasaron a una pequeña sala donde brillaba una tenue luz y se escuchaban las voces de los actores.
- Lamento no haber ido anoche. No es bueno que su hermana haya venido –
Caminó alrededor de la joven, nervioso, llevaba un traje negro formal. Ofelia sintió un escalofrío cuando él nombró a Fátima, lo que menos quería era que su hermana también estuviese involucrada en todo ese misterio que la acosaba desde aquella noche en que había bajado del tren y pisado la ciudad por primera vez. La joven miraba todos sus movimientos, él recorría la habitación y pasaba una mano por su cabello. Finalmente se paró delante de ella, sus ojos brillaban de una forma especial. – No sé qué hacer con usted señorita – suspiró, Ofelia sentía un montón de alas moverse en su interior – ¿Va a decirme la verdad? – preguntó con la voz entrecortada. - Le explicaré todo, debe saber - concluyó él y ella asintió con la cabeza.
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Sorpresa!, no se esperaban cap nuevo no? es para compensar el tiempo perdido, espero que lo disfruten! =)
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Ofelia
Fiction Historique¿Y si todo lo que creíste durante toda tu vida es una mentira? Luego de la muerte de su padre, Ofelia es enviada a la ciudad a estudiar hospedándose en la casa de un hombre amigo de su padre. Allí comienza una aventura donde nada es lo que parece...