— Muchas gracias, Damon.— dije un poco ruborizada ante aquél alago.
Poco después él se levantó y me sacó la silla ofreciéndome sentarme en ella. Y así lo hice, me acomodé en la silla de madera blanca y crucé las piernas. No estaba acostumbrada a recibir ese trato de un chico como él. La verdad era que me sentía bastante nerviosa y quizás algo incómoda.
— Voy a por la comida, está en el horno.—me dijo— ¡Tamina! ¡La comida! —gritó hacia la cocina y una chica de poco más de 20 años apareció con un cordero sobre la bandeja. Ella era rubia y de ojos azules. Era super guapa pero no parecía inglesa. Tenía unos rasgos algo asiáticos.
Tamina nos dejó el plato y trajo vino tinto.
Empezamos a comer el cordero. Estaba buenísimo, nunca había probado cosa igual. Damon era un gran cocinero. Me preguntaba dónde había aprendido a cocinar así. ¿Sus padres?
Mientras él no se daba cuenta, yo le miraba. Podía ver que estaba nervioso. Sus manos temblaban un poco al querer cortar su trozo de cordero.
Era guapo. Muy guapo. Sentía de nuevo esa especie de cosquilleo extraño. El me hacía sentir plena como si por fin encajase con alguien. Notaba que éramos como dos piezas de un mismo puzzle. Nos conocíamos de poco tiempo pero ya se había ganado todo mi cariño.Una de las veces en las que le miraba, me pilló.
— ¿Qué observas tanto?— su tono era normal aunque sus ojos tenían un brilla especial.
— Tus ojos, me encantan.—reí a la vez que vi que él sonreía y su blanca piel se convertía poco a poco en algo rojiza.
— Gracias supongo, aunque los tuyos son más bonitos. —me miró con una sonrisa y le señalé las mejillas que le debían de estar ardiendo. Los dos empezamos a reírnos.
Cuando terminamos de comer él se levantó y se puso detrás de mi para taparme los ojos con una corbata. Olía a él, era genial. Su olor era peculiar. Aquél aroma masculino me había cautivado desde el día de la gala benéfica. Cada vez que estaba cerca de él, su fragancia se adhería a mi.
Me dio la mano para ponerme en pie y me dirigió hacia las escaleras. Allí me cogió en brazos y me subió hasta el final de esta. Sus brazos estaban bastante musculados. Parecía que yo pesaba como una pluma, me transportaba sin dificultad.Cuando me bajó me volvió a guiar hasta llegar a la puerta de una habitación. Andar con tacones en una moqueta era una tarea difícil y él se reía de mi porque parecía un pato mareado. Después se dirigió a mi cuando nos quedamos parados en medio del pasillo.
— ¿Preparada?
— Siiiiii.—grité eufórica mientras apoyaba una de mis manos a uno de los lados de la pared.
Cuando abrió la puerta y me quitó la corbata vi esa preciosidad.
Era un collar de oro blanco con diamantes que valía aproximadamente 2000£. No podía creerlo. Era tan bonito.
Le miré y le sonreí tan fuerte como pude.— ¿Te gusta?
— DIOS, ¡me encanta!—corrí hacia él y salté dándole un abrazo. Damon me cogió para que no me cayera y le empecé a plantar muchos besos en la mejilla dándole las gracias.
— Para.—rió Damon— Me vas a desgastar la cara de tantos besos y ninguno de los dos queremos que eso pase, ¿verdad?
Me empecé a reír también. ¿Que tenía este hombre? Sólo hacía una semana que lo conozcía y ahora siento que no podía vivir sin él.
Cuando Damon me puso el collar, me llevó a casa en su Camaro y cuando yo estaba casi saliendo me cogió la muñeca y me acercó a él.
— Oh no, Damon todavía no. —me dije para mis adentros pensando que me iba a besar pero de repente note cómo me dio un beso en la mejilla y me dijo:
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Secrets #Wattys2016 #WEAwards2º #PremiosMusaRomance
Romance¿Qué pasaría si una de las personas más importantes de tu vida dice ser quien no es? Alexandra Meyer, una chica de metro sesenta de altura, pelo liso y oscuro y con ojos verdes está a punto de ver como su vida da un giro de ciento ochenta grados. Un...