Tres.

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Mike rápidamente me miró ya que al cerrar la puerta hice un movimiento nervioso. Su cara parecía sorprendida y preocupada lo cuál me extrañó. Su ceño estaba fruncido y de su boca parecía que iba a salir algo pero vaciló varios segundos hasta que lo expulsó.

— ¿Qué te pasa, amor?— me dijo con dulzura, como siempre, aunque se le notaba algo alterado. Motivos personales, quizás. No quise preguntar, no suelo ser tan entrometida como para meterme en asuntos privados y más si él no me los había contado. Se apretaba una mano con la otra y pude notar que estaban un poco sudorosas.

— ¿Qué me va a pasar? ¿Sabes el calor que hace en esta casa a estas alturas? Si no entras se calienta y tendré que poner el aire acondicionado. No me apetece cocerme todavía. Para eso ya está el verano y apenas estamos en mayo.

— ¿Sabes que mientes fatal? — dijo mostrando una amplia y perfecta sonrisa blanca mientras que, a su vez, todavía seguía masajeando su mano con uno de los dedos de la otra.

Sí, lo admito, nunca había sido una gran mentirosa pero este bulo se llevaba la palma de oro a la mentira del año. Me estaba ruborizando. Mis mejillas iban cogiendo un color rosado a medida que recordaba la gran farsa que acababa de soltar y noté cómo llegaron a un punto en el que me ardía la cara entera como si me hubiesen tirado una cerilla encima.

— Sí, lo sé . Pero estoy nerviosa por mi cumpleaños. No tengo nada preparado, es mucho trabajo organizarlo y es por eso.— no era del todo falso aunque no era la verdad. No podía contarle lo de aquél hombre y aquél coche porque me llamaría loca.— ¿Qué te trae por aquí?— pregunté cambiando de tema.

— ¡Ah, sí! Casi se me olvidaba. Simplemente te traía este sobre. Esta mañana he ido a mi taquilla y al abrirla se ha caído al suelo. Cuando le he cogido he visto que ponía tu nombre y me ha resultado raro que estuviese allí. Se me había olvidado dártela en el descanso, por eso he venido. No la he abierto. Es...extraño. Probablemente se hayan equivocado al echarla, ya sabes que nuestras taquillas son contiguas...

Miré el sobre. Era negro con mi nombre escrito en blanco tal y como había dicho Mike. Estaba escrito a mano. Aún así, ese sobre no debía de llevar nada bueno en su interior. Era muy extraña toda esta situación. Mi vida se estaba volviendo una pesadilla. Entre el policía, los hombres extraños y mis padres esto era caótico y encima ahora la carta que presentía que no tendría nada bueno en su interior. Elevé la mirada hacia Mike intentando disimular mi terror interior y cuando planté mis ojos en los suyos le sonreí.

— Muchísimas gracias Mike, eres un cielo.— respondí cogiendo el sobre. El tacto de este era áspero y parecía bastante duro, como si fuera de cartulina. Pasé los dedos sobre la solapa. Lo observé por sendos lados pero no encontré ni sello ni remitente. Debía de ser de alguien del instituto que lo metió en su taquilla por equivocación, como dijo Mike.

— ¡De nada! Bueno peligrosa, me tengo que ir. Nos vemos mañana. Me ha encantado este rato contigo.— dicho esto me besó en la mejilla muy suave y se fue. Siempre disfrutaba de sus cálidos labios en mi piel.

¿Peligrosa? ¿Me había llamado peligrosa? ¿Que pasaba aquí? No entiendo nada. Dejé a un lado el nuevo mote que me había puesto y me concentré en el sobre. Lo abrí y encontré una diminuta nota dentro de él plegada con mucho cuidado de que la doblez fuese simétrica. La desplegué y lo leí.

"No es nada personal."

El pánico estaba a punto de cundir. No entendía qué estaba pasando ¿Qué era todo esto? Los hombres aquellos, la nota... ¿qué tenía que ver todo esto conmigo? Yo no estaba metida en ningún problema. Esta situación se estaba descontrolando.

Mi corazón latía a la velocidad de la luz y mis manos temblaban aún con el sobre en la palma de la mano derecha que ya había empezado a sudar del nerviosismo que tenía en el interior de mi.

Mi cabeza estaba hecha un lío. Me quedé mirando al suelo durante unos largos minutos. ¿Acaso me metí en algún problema con alguno de los chicos de las carreras de coches en las que antes solía participar? Era imposible. Hacía años que no los veía.

Subí a mi habitación y me di una ducha larga y templada. Debajo del agua es donde podía pensar bien, sin presión ni agobios. Era el momento único del día en el que podía estar relajada completamente sin tener que escuchar a nadie, simplemente con el sonido del agua cayendo.

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Mis padres llegaron a casa sobre las doce de la noche cuando yo estaba en mi habitación mirando algunas revistas de moda y hablando con Amanda mediante nuestros iPhones.

Deducí que habían ido a cenar porque mi madre iba con un precioso vestido verde que le resaltaba sus preciosos ojos. La espalda de éste era abierta y se podía ver su delicada figura. Mi padre iba muy elegante, como siempre. Con un traje negro y una corbata azul, también para que se pudiesen apreciar bien sus preciosos ojos en los que me perdía cuando le miraba. Mi madre tuvo suerte de encontrarle. Hombres como mi padre ya no existían. Era romántico, simpático, inteligente y guapo. Quizás algún día yo encontrase a alguien como él o... quizás no. Nunca había sido buena para el amor.

— Hola cariño, ya estamos en casa. Me temo que debo irme a dormir que mañana tengo un proyecto muy importante. Pasarán a por mi sobre las siete de la mañana. Te despierto yo, amor. — dijo mi madre acariciando las palabras con sus labios, rosados por el carmín que había utilizado para la velada.

— Yo también, nenita.— prosiguió mi padre mientras me regalaba una sonrisa indescriptible. Me quedé observando su perfecto rostro. No se le veía ningún signo de la edad todavía todavía. Quién le viera por la calle seguro que no pensaría que este hombre tuviese cuarenta y cuatro años. ¡Aparentaba treinta y pocos!

Él se acercó a mi y me dio un beso en la frente. Mi madre me regaló un gran abrazo, como era costumbre. Quería tanto a mi madre pero me sentía tan mal cuando sólo le regalaba disgustos... Nuestra relación era un difícil de explicar. Parecíamos mejores amigas con nuestros más y nuestros menos pero también nos enfadábamos demasiado. El carácter de las dos era demasiado fuerte y bueno...

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Tercer capítulo editado. Espero que lo disfrutéis como siempre y que me dejéis algún que otro comentario o voto. Gracias por seguir aquí leyéndome. Muchísimos besos desde España para todos vosotros.

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