Los labios de Ben se posaron dulcemente en los míos. Cerré mis ojos instintivamente. Él comenzó a hacer movimientos suaves y húmedos entre nuestras dos bocas mientras que yo seguía con mis ojos sellados. Ninguna sensación venía a mi. Ese beso era simplemente un beso sin amor. En aquél preciso momento comprendí que él no sería tan fácil de olvidar, que no podría pasar página tan rápido porque la boca de Damon era lo que me pertenecía.
Abrí mis ojos mientras seguía moviendo mis labios encima de los del médico. Él estaba disfrutando aquél beso como nunca antes lo había hecho. Me sentí muy mal.
Sin dudarlo, me alejé de él lo suficiente como para que nuestros labios no se llegasen a tocar de nuevo. En sus ojos marrones podía leer todas las preguntas que se le pasaban por la mente como estrellas fugaces. Parecía preocupado pero a su vez feliz sin embargo yo me sentía una mala persona por haber consentido aquello.
No dije nada, simplemente me alejé de su perfecto cuerpo y cogí de nuevo la copa de vino que antes no me había consentido beber. Él mientras tanto me miraba como si yo no fuera de este planeta, notaba sus ojos en mi espalda. Bebí un trago y me di la vuelta para encontrarme con aquél joven al que acababa de besar.
— Lo siento Ben, no estoy preparada para esto tan pronto.— hablé con un hilo de voz mientras que las lágrimas se apoderaban de mi rostro desnudo de maquillaje.
— Perdóname a mi, Lex. No quería que esto pasara pero no lo pude evitar.—se acercó a mi y me quitó las lágrimas que caían de mis ojos— Por favor, no llores por esto. Es lo último que quiero, hacerte daño.
— No lloro por esto, lloro por todo.
— Lex quiero que sepas que aquí estaré cuando todo haya pasado. Espero que esto no afecte en nada a nuestra relación. Me caes demasiado bien. No estarás sola, recuérdalo.—me dijo en tono arrepentido.
Cuando iba a contestarle apareció mi madre con la tarta de chocolate negro, mi preferido. Ben y yo nos sentamos en nuestros respectivos sitios como si nada hubiera pasado y ella comenzó a cortarla en trocitos para darnos un poco a cada uno. Estaba deliciosa. El sabor dulce del chocolate me inundó la boca haciéndome estremecer.
Los ojos de Ben y los míos se encontraban de vez en cuando. Todos los músculos de mi cuerpo se ponían tensos hasta que él me guiñaba el ojo como queriendo decir "no te preocupes".
Cuando el querido médico se fue de nuestra casa en su Volvo blanco, mi madre y yo nos quedamos en el sofá hablando. Suspiré de alivio cuando salió por el umbral de la puerta y aquella tensión sexual no resuelta se evaporó.
— ¿Qué ha pasado entre tú y Ben? ¡No dejaba de mirarte y guiñarte el ojo! —dijo de repente mi madre cambiando de tema algo ilusionada. Tragué saliva y respiré hondo preparándome para contarle lo ocurrido.
— Me besó pero le aparté. No hay nada excepto amistad. Ya sabes lo que me pasa, es demasiado pronto para otra relación que tenderá al fracaso casi seguro.—contesté haciéndome la fuerte por fuera aún llevando una tempestad por dentro.
— Oh cariño. Sigues teniendo a Damon en la cabeza. Es difícil de olvidar, ¿verdad?
— Sí mamá. Es como si una parte de mi se hubiese ido de mi cuerpo dejándome... indefensa. La gente suele decir que lo que me pasa es que tengo el corazón roto pero siento que tengo todo mi cuerpo destrozado. Nunca me había sentido tan vacía. Damon me daba todo lo que nadie nunca me había dado. Debí de suponer que eran demasiado perfecto para ser verdad...
— Teníamos que habértelo dicho, cariño. Lo siento tanto. No pensamos que podría pasar esto. Amor, lo siento muchísimo.—se disculpó mi madre dándome un abrazo bañado en lágrimas de dolor.
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Secrets #Wattys2016 #WEAwards2º #PremiosMusaRomance
Romance¿Qué pasaría si una de las personas más importantes de tu vida dice ser quien no es? Alexandra Meyer, una chica de metro sesenta de altura, pelo liso y oscuro y con ojos verdes está a punto de ver como su vida da un giro de ciento ochenta grados. Un...