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Hoseok me sacó de la lluvia de pensamientos. Ni cuenta me había dado que mi mente se quedó pegada del café que aún no tocaba.

—Yoongi —me tocó el hombro. —No has tomado tu café.

Dejé de pensar en heridas y lamentos y le sonreí disculpándome. Tomé la taza pero ya no estaba caliente. Me maldije a mí mismo por permitir que Jimin dominara tanto mis pensamientos como para dejar enfriar un buen café.

—¿Quieres otro? —rió al verme desilusionado. Asentí y se levantó con mi taza fría. Sonaron algunas máquinas. —¿El mismo?

—Sí por favor —sonreí educadamente.

Ya era bastante tarde. El dueño del café le dio permiso para quedarnos un corto rato. Con la condición de que Hoseok dejara todo limpio y ordenado para empezar mañana muy temprano.

Cuando regresó mi amigo con un café y algo que no logré escuchar. Escuché que empezó a reír amargamente, así que lo miré con el ceño fruncido.

—¿Qué te pasa, idiota?

—¿Qué te pasa a ti, Yoongi? —dejó el café frente a mí y se sentó a mirarme y siguió hablando —¿Vas a seguir negando lo mal que estás? Se te fue la vida con Jimin, ¿y no quieres reconocerlo?

Rodé los ojos. —No tengo que reconocer nada, menos a ti.

Quité mis ojos de su vista. Volvía a mirar el café, como antes. Imaginando mundos opuestos, mundos abstractos.

—A mí nada, pero estoy seguro que ni tú mismo te lo reconoces. —se encogió de hombros y se puso a recoger la loza sucia de nuestra mesa.

Desapareció por la entrada de cocina. Me quedé pensando, de nuevo. En el café, en Jimin. ¿No era capaz de reconocer? Pero él sólo me llama la atención, sólo me atrae. No sé qué debo reconocer, más a mí mismo.

¿Y a Jimin? ¿Debía reconocerle los besos robados? ¿Los gemidos? ¿Los suspiros arrancados?

Suspiré sintiéndome tenso. Hoseok volvió como si nada hubiera pasado.

—¿Qué es eso de Jin y Nam? —quise seguirle el juego y cambiar el tema.

—Me contó Nam ayer. Al final follaron, creo. Pero Jin le dijo que no quería nada con él después de eso. Después de llevar a Jimin a su nuevo departamento, fue donde él y lo besó hasta que Jin admitió sus sentimientos. Sonó a mucha mierda romántica, pero lindo todo. —sonrió de final. —¿Y para cuándo tu te pones los pantalones?

—Corta ya el tema, no quiero seguir hablando de eso. —tomé de mi café y le sonreí. —¿Qué hay entre tú y la chica del uniforme rojo? —pregunté refiriéndome a una compañera de trabajo de él.

—Me gusta, le gusto. Algo pasa. —se encogió otra vez.

—¿Eso y ya? ¿Así tan simple? —volví a cuestionar.

—El amor es así de fácil, Yoongi. La gente lo complica con celos e inseguridades.

Vio mi taza semi vacía. La tomó y volvió a adentrarse a la cocina. Otra vez volvía a poner el tema sobre la herida. Dolía un poco, cada vez que mencionaba su nombre. La calidez del chico se me hizo una necesidad. De pronto creí tener frío y lo necesité.

Mi amigo volvió con su ropa normal y aún con esa sonrisa de idiota.

—¿Vamos ya? —preguntó.

Ya que me había quitado la taza con la mitad del café no me quedó de otra que aceptar.

—Qué forma de atender, Hoseok. Le diré a tu jefe.

Rió conmigo mientras me levanté de la mesa y caminé a la salida. Él me siguió detrás. Lo esperé a que cerrara, bajaras las cortinas metálicas y todas esas mierdas de locales.
Caminamos en la misma dirección porque vivíamos cercanos. Hablamos un poco. La caminata fue amena, relajante. Pero otra vez volvía a poner el tema ahí, como un recordatorio constante.

—¿A qué le temes? —susurró.

—A mi madre, tú sabes la historia.

—Pero Jimin no es como ella. Él es lo mejor que puedes tener, amigo. Él te quiere de verdad aunque tampoco lo reconozca mucho. —me vio seguramente la cara de mierda. —Por si quieres, sólo si quieres, se está quedando en la ex casa de su amigo, Kook. Tengo la dirección, ¿la quieres?

Pensé y suspiré.

—Luego me la mandas.

DAMN STRAIGHT ✿ JIMSUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora