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No sé cómo pasó, los deseos retenidos tantos días se adueñaron del control total de mis decisiones. Cuando me besó lo tomé de la cintura y me quedé cerca, muy cerca. Su lengua se abrazaba como yo a él, mi corazón se negaba a hacerlo pero de igual manera y a regañadientes se quedaba de nuestro lado.

Negarme esto fue un error.

Quizás sea el efecto embriagador de un beso reconciliado pero nunca me sentí tan yo como ahora. Nunca sentí pertenecer a algo, nunca me sentí dueño de algo. Incluso con una inmensa casa a mi nombre, no iba a usarla porque no sentía que fuera así. Incluso tenía un prestigioso apellido. Pero nunca me sentí dueño de mi vida. Excepto de esto.

Mis mejillas subieron de tono cuando él empezó a degustar mi piel. Ésta misma ardía bajo su toque. Yo estaba ardiendo bajo su cuerpo. Me arrimó a la puerta y ahí elevó mis piernas hasta que pude rodearlo. Su sexo se encontraba peligrosamente cerca, en guerra contra mí. Torturando. Esto era tan nuevo para mí, que los gemidos querían salir y bailar junto a los suspiros de Jimin. Pero aún sentía vergüenza. No de lo que yo era, ni de los que estábamos haciendo. Era una vergüenza incluso agradable. Pero eso no duró mucho. Su palma me apretó un glúteo y mi timidez llegó hasta ese punto.

—No te calles, Yoon. Jesús, no, no te calles —refunfuñó en mi cuello.

Descubrí que la boca de él en mi cuello era exquisita. Se movía con elegancia y lograba que mi pulso llegara a niveles peligrosos para la salud.

Estaba tan extasiado.

Recordé haberle dicho que no podía ir más allá. Pero mierda, estaba dejándome llegar lejos con la pasión con la que Jimin me tomaba. Ya me imagino cuantos hombres caían así por él.

Me separé de esa bendita boca unos segundos para recuperar el aliento. Los jadeos en su boca y en la mía era lo único que se escuchaba. Todo lo demás era silencio. Ah, sí. También oía palpitar el pene de Jimin sobre sus vaqueros. Y mi corazón rompiendo mi pecho.

—Me estás enloqueciendo, Yoon —lentamente volví a tocar el suelo. Jimin caminó a grandes pasos en dirección al baño.

Mientras yo me recordaba a mí mismo —y a mi parte baja— que le había dicho que no fuéramos tan rápido. Pasito a pasito dicen por ahí. Cuando volvió él, yo estaba sentado en la cocina con un vaso de agua a medio tomar.

—Qué locura —murmuró. Lo sentí como una burla.

—¿Entonces... qué? —pregunté mirando el agua estancada en el vaso de cristal, pero luego me volví a mirar esos bellos ojos.

Lo pensó y balbuceó algo.

—Pienso que deberíamos comer algo y hablar. Y ver a dónde vamos luego. Tampoco quiero apresurar las cosas, así que...

—¿Qué quieres comer? —cuestioné bajando de la silla y yendo al refrigerador que había de bueno. Me encontré con un limón podrido y una cerveza a medio consumir.

—A ti —susurró por lo bajo pero lo suficiente para que yo escuchara.

—Eh, te oí —reí. —No hay literalmente nada.

—¿Sushi? —me ofreció su musculoso brazo.

—Sushi —dicho eso salimos a algo parecido a nuestra primera cita.

DAMN STRAIGHT ✿ JIMSUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora