4: Destrozada

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He estado parada desde que se fue Alex. Seguido de él también emprendió marcha mi hermano, mencionando que iría por algo de tomar. No quiero seguir acostada, me hace sentir que no puedo hacer nada. Camino alrededor de la habitación, llevando conmigo el tubo que sostiene la bolsa de suero y me detengo en la ventana que se encuentra al lado derecho de mi cama.

Tocan a la puerta de la habitación. Se abre la puerta y compruebo la identidad del que se esconde detrás de esta.

— Hola, ¿Puedo pasar? —cuestiona Mark.

— ¿Ha pasado tanto tiempo que ahora no puedes vivir sin mí? —dramatizo.

— Cálmate, hermanita. Te quiero, pero no exageres. Oye, ya se fue Alexandre, lo vi salir y platique con él un rato más.

— ¿De qué platicaron?

— De cosas de hombres, ya sabes —se nota a leguas la mentira que salió por su boca.

— Haré como que te creo.

— ¡Enserio!, cuando lo vuelvas a ver pregúntale, aun que creo que ya no se aparecerá por aquí muy seguido —lo último lo dijo en un pequeño susurro que logré entender.

— Mark, sé que te preocupas por mí, pero tan solo dale una oportunidad, me rescató. Yo trataré de hacer lo mismo. Que permita que él venga a ver mi mejoría es con lo único que puedo pagarle ahora —le digo tiernamente.

— Aún tengo mis dudas, pero si es lo que quieres, lo haré —me abraza.

— Dejaré que me cuides como antes, pero tampoco no te pases —ríe y me da un beso en la frente.

— Okay, okay... te cuidaré muchísimo ya lo verás. Por cierto, me dio su número de móvil por si querías contactar con el y además, te compré un nuevo móvil, ya cuenta con servicio —me guiña un ojo mientras me entrega un papel con el número de Alex y un celular. Tomo ambos objetos.

— Ya vez que no es tan difícil consentir a tu hermana —me pongo de puntillas y le planto un beso en la mejilla agradeciéndoselo.

— De nada, Marl, sabes que haría todo por ti.

— ¿Sabes cuándo me dan de alta?

— Los doctores dijeron que en un par de días te darían de alta, según tu mejoría.

— Ah vale, —me quedo callada por unos segundos recordando que mis padres no me han dicho que es lo que tengo y por todo el cuerpo pasa una ola de tensión y miedo— Mark, por favor llama a nuestros padres, quiero que me digan que es lo que ocurre de una vez por todas.

— ¿Estas segura? —me mira y percibo miedo en su mirada, sé que trata de hacerme cambiar de opinión, pero ya he tomado mi decisión.

— Si llámalos, por que si no vas tu, iré yo.

— Está bien —dice preocupado.

Sale del cuarto, llamando a papá y a mamá, dejando la puerta abierta. Segundos después aparecen en la puerta tomados de la mano. Mientras Mark y Ari esperan en el pasillo, mis padres entran y se colocan frente a mí. Me miran y antes que digan nada, les hago señas a Mark y Ari para que entren. Cierran la puerta y se recargan una vez entrando en la pared y esperan ahí.

— Hija, no sé cómo decirlo— empieza mi padre, pero lo detengo.

— Acaso, ¿mis hermanos ya saben que es lo que ocurrió?

— Si Marl, ya lo sabemos— responde a mi pregunta Mark. Me doy cuenta que Ari se encuentra sollozando entre sus brazos.

— Okay díganme que es lo que tengo, me están asustando —digo con temor.

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