12: Eso Espero

45 4 0
                                    

Minutos transcurren y nosotros seguimos conversando en mi recámara. Mi cuerpo yace recargado en la cabecera de la cama mientras que Mark está sentado sobre el centro de esta misma, sosteniendo a Indiana que se encuentra entre sus piernas, ambos mirando en mi dirección.

Bastan solo unos segundos para desconectarme de la conversación, estaba tan concentrada en mis pensamientos que no noté como Mark se alejaba de Indiana, parandose en el suelo y cargandome precipitadamente sobre su hombro, dando varias rapidas vueltas, mientras salta y yo grito pidiendo que me baje.

<< Ya me estoy mareando. >>

Los tres reímos ante escena que estamos haciendo, hasta que me vuelve a doler mi bajo-vientre.

— ¡Mier...coles! Bájame por favor, Mark.

— ¿Qué tienes? —me baja despacio.

Me siento sobre mi cama. Acariciando la zona adolorida con las palmas de mis manos.

El dolor podría simular a los cólicos fuertes que te dejan varios días en reposo, los toleras, pero sabes que tardarán un poco en irse.

— Estoy bien, no hiciste nada mal —es lo primero que sale de mi boca, sabiendo que si le digo al intante que es acerca de la violación, se enfurecerá de nuevo y no quiero hablar de eso.

Llevo un par de días ahora en casa, pero a pesar de que todos están tratando de actuar con normalidad, sé que algunos temas siguen siendo un poco incomodos y hasta dolorosos para todos.

— Marl, me estás asustando.

— Supongo que ya no debo tener pena contigo.

— No la tengas, dime todo —me acerco al filo de la superficie alcolchonada, él se arrodilla delante de mi y mi amiga se sienta a mi lado.

— Recuerdas cuando... ¡Ah! Ésto duele como los mil demonios —aprieto los dientes y no puedo evitar cerrar las piernas tratando de aminorar el dolor— Recuerdas cuando me explicaron nuestros padres todo lo que el médico les notifico respecto a mi salud.

— Si, te explicaron acerca de los rasguños, tu casi nada buena condición y la violación —dice la última palabra con un tono enojado.

— Me dijeron que mis paredes vaginales estaban muy lastimadas por dentro, agregando que hoy me llegó la regla. Me duele un poco.

— Te traeré una píldora para el dolor —se ofrece mi amiga, llendose al instante.

Vuelvo la vista a mi hermano y este se encuentra con la cabeza cabizbaja, respirando rápido, mientras sus manos hechas puño aprietan el edredón de mi cama.

Paso mis manos por su cabello, sabiendo que eso lo relaja. Se ha de sentir culpable ahora, sabiendo que el no estuvo ahí para detenerlos. Una vez más.

— Nunca me voy a perdonar el que ellos te tocaran y yo no estuviera allí para defenderte.

— Ninguno de los dos tuvimos la culpa.

— No permitiré que ningún otro tipo te toque con otras intenciones que no sean más que amigables.

— Se me olvidaba que eres celoso.

— Más contigo —me guiña el ojo, ahora mas controlado, coloca su trasero sobre la cama y me abraza cuidadosamente.

— Aquí esta la píldora —llega Indi corriendo, agitando la caja de pastillas— son cada 4 a 6 horas si se presenta dolor, bueno eso me dijo tu mamá.

— Esta bien, señorita enfermera.

Tomo la caja, la abro y sostengo una diminuta pastilla, que a comparación de la palma de mi mano, parece un simple frijol. Me levanto y camino hacia el tocador cerca a mi cama, tomando una botella de agua que se encontraba sobre este y regreso junto a mis acompañantes.

MemoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora