Welcome to the end of eras, ice has melted back to life,
done my time and served my sentence, dress me up and watch me die.Emperor's New Clothes; Panic! At The Disco.
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El sonido de las trompetas reverbera en el palacio de hielo. Sakakura nota el frío congelar sus extremidades pero no es nada comparado con el sentimiento que anida en su pecho cuando la ve allí, sentada sobre el trasparente trono como la reina que siempre se ha sentido ser, resplandece como un farolillo con sus largas piernas cruzadas, flanqueada a cada lado por robots de Monokuma que están vestidos con armaduras de caballero.
Hay robots de Monokuma por toda la sala disfrazados de caballeros grises. A cada lado de los pilares que sostienen la habitación, en cada puerta de la sala. Su tamaño es ridículo al lado de las enormes lanzas que portan apuntando al techo, también de hielo. Todos le miran. Ella. Ellos. A él que está sangrando con una armadura ennegrecida que cubre su cuerpo y se va cayendo a pedazos.
—¿Por qué no quieres entregarme tu corazón, mi caballero? —pregunta la reina con su podrida sonrisa floreciendo como una rosa en primavera y la mirada de un mar turbio—. ¿Alguien me lo ha robado ya? Dime, dime, dime, mi caballero, ¿por qué rehúyes mi mirar?
Sakakura aprieta la mandíbula. Las heridas de su cuerpo sangran. Una externalización de su alma. Se muere de pie frente a esa mujer.
—Nadie, mi reina —responde con la voz ahogada, llena de metal y sal—. No rehuyó tu mirada, mi reina.
—¡Entonces entrégame tu corazón! —demanda.
—No lo tengo, mi reina. Lo entregue —susurra—. Lo entregue —agoniza.
—¡Pero te fue devuelto! ¡Él no lo quiso! ¡Quiso el de ella! —explota como una niña caprichosa—. Así que dámelo, dámelo, dámelo.
Se baja de su trono de hielo, la corona tambalea en su cabeza pero permanece sobre ella, brillan sus diamantes incrustados entre el azul y la plata. Estira el brazo hacia él y da igual cuantas murallas construya porque ante ella, ante ella todas caen como un castillo de naipes. La reina clava sus uñas en su pecho y lo atraviesa, arranca su corazón de cuajo que brilla débilmente entre sus falanges.
—¡Cristal! —exclama ella. La sonrisa de Chesire le baila en los labios como una góndola en mitad de un lago—. Mira, mira, mira, es tan frágil. Podría romperla tan fácilmente si lo dejo caer. ¿Ah? ¿Pero que es está parte tan oscura de aquí? Qué asco, asco, asco. Sobra. Arruina la belleza del cristal.
Ella golpea una de las zonas ennegrecidas con un dedo arrancando un pequeño trozo del negro cristal que cae al suelo y se hace añicos. Sakakura contiene la respiración. El dolor atraviesa su cuerpo antes de que pueda preverlo.
Y Sakakura es demasiado joven para entenderlo.
Solo sabe qué le parecen más atractivos los chicos que las chicas y que esa no es la norma. Él sabe que la princesa es la que siempre se queda con el príncipe. Él sabe que los príncipes no se gustan entre ellos y siempre, siempre se pelean por la princesa.
Así que se guarda sus pensamientos para sí, esconde esa anormalidad dentro de él y se pelea por la chica cada vez que es necesario hacerlo.
—Mi reina, por favor, no hagáis eso —suplica, cae de rodillas al suelo.
Ella le mira. Cabello dorado, ojos de mar, pérfida sonrisa, corona de plata y en sus manos de porcelana un corazón de cristal que con gusto resquebraja. Ella es la reina del lugar.
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Objetivo: Un novio para Sakakura Juzo
Fiksi Penggemar"Aoi Asahina ha decidido que es el momento de poner en orden la vida amorosa de su flamante y nuevo mejor amigo: Sakakura Juzo. Para la desgracia de la celestina, la retorcida novelista está dispuesta a ayudar." Advertencias: Soy una escritora terri...