Capítulo 26 -El nuevo líder-

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El gélido frío de la cueva oscura entumecía sus pies a medida que pasaban los días. Notaba su piel más fría que nunca. Todo a su alrededor era puro hielo. Claire todavía no comprendía porque no había muerto ya de hipotermia o de hambre. Se sentía cansada y débil. A penas tenía fuerzas para levantarse, sus pies flaqueaban cada vez que lo intentaba, como si ya no le quedase más energía, como si ya se hubiese rendido hacía ya mucho tiempo.

Aquella cueva no tenía salida. La oscuridad reinaba en aquel silencio sepulcral. Únicamente, se escuchaban los goteos de los carámbanos de hielo derritiéndose por el calor que irradiaba el techo, proveniente de la luz solar externa, la cual, Claire no era capaz de percibir.

Sus esperanzas de que alguien lograse encontrarla, habían desaparecido con el paso de los días. 

No había ni un atisbo de esperanza.

****

Héctor y Joan Harrington avanzaron por las diferentes casas de Blueville, hasta pararse en un chalet de tamaño mediano. Héctor miró a su hijo y sonrió tristemente.

—Es hora de que me vaya de vuelta a mi tiempo. Necesito que entres ahí. Es la casa de tu tío, Henry Hunter. A partir de ahora, tendrás que vivir con él. Es el lugar más seguro, allí, estarás a salvo.

—Pero... ¡Acabas de llegar! —protestó Joan, y Héctor apoyó una mano en su hombro.

—No te preocupes, Joan. —sonrió su padre—. Estaré siempre a tu lado.

Joan abrió la boca para hablar, pero su padre comenzó a desaparecer, dejando una estela donde segundos antes había estado, hasta que no quedó nada de él.

Joan, algo dudoso, miró a ambos lados de la calle con precaución, cogió aire y caminó hasta la puerta de la casa. Segundos después, pulsó el timbre y una sonriente Leisy, abrió la puerta.

—¡Joan! Te estábamos esperando.

—¿Ah, sí?

—¡Claro! Siempre quise tener un hermano.

—Soy tu primo...

—¡Pues ahora todo será más divertido!

—Leisy, me das miedo. ¿En qué piensas?

—¡Tenemos que encontrar a Claire! Mira Joan, hay alguien a quién quiero presentarte...

No hizo falta más palabras, porque un chico de pelo negro y ojos grises apareció detrás de Leisy. Joan no supo distinguir a quién le recordaba aquel chico, pero en parte, notaba como si su rostro le resultase familiar. Fue entonces cuando cayó en la cuenta del gran parecido que aquel chico tenía con Nick Rhodes.

—Tú debes ser Joan Harrington. —le saludó el chico mostrando una sonrisa algo tímida—. Yo soy Edmund Rhodes.

Joan asintió al comprender que debía ser el hijo mayor de Simon Rhodes, el líder de los dorados.

—Hoy me han contado cosas muy interesantes de los Rhodes... Me resulta extraño, tenía una visión totalmente contraria de vosotros.  —sonrió Joan confiado en todo lo que le había dicho su padre, aun que si que le era difícil de creer y entender en ese mismo instante. Le habían contado una mentira, una versión contraria a él y a su hermana, una versión creada por el mismísimo líder y traidor de los plateados, su abuelo, Frank Harrington.

—Aún así, te falta mucho por aprender y saber, Joan. —afirmó Edmund, hizo una pausa, segundos después se aclaró la garganta y continuó hablando—. Tenemos que hacer entrar en razón a mi hermano, Nick. No se pondrá en el mismo bando que mi padre, pero tiene que entender que Claire Harrington es la heredera a ser la líder de los plateados. No él, y Frank Harrington no tiene potestad para decidir.

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