Lisa, aburrida con su corona de reina en la cabeza, estaba sentada en las gradas del gimnasio, con un vaso lleno de un refresco azul. Y observaba tristemente como Oliver y Claire bailaban juntos.
–Te gusta Oliver. –afirmó Charlie a su lado.
–Y a ti Claire. –se defendió Lisa. Charlie soltó varias carcajadas.
–A veces las cosas no son lo que parecen. No me gusta Claire. –se explicó el chico de ojos verdes.
–¿Quién te gusta? –le preguntó inocentemente. Charlie dibujo una débil sonrisa en su rostro.
–No estoy preparado para decirlo. Esa persona ya va detrás de alguien. Y además, no creo ni que se haya fijado en mí.
–Entonces ya somos dos. Oliver está demasiado ciego y enamorado de Claire, para fijarse en mí. –reconoció Lisa y suspiró.
–Me hace gracia que no seamos tan diferentes. –afirmó Charlie, y Lisa rió.
–Deberíamos hablar más. ¡Tenemos muchas cosas en común! –dijo Lisa emocionada y Charlie se limitó a asentir con la cabeza.
En ese mismo instante, Marie Moon entró en el gimnasio buscando a alguien. Charlie se puso en pie intuyendo que podía tratarse de algo de nargges.
–¿Pasa algo, Charlie? –Le preguntó Lisa preocupada.
–No, no, pero quédate aquí. No te muevas. –le dijo rápidamente Charlie, y a todo correr, bajó de las gradas y se reunió con Marie Moon.
–¿Qué ha pasado? –le preguntó algo nervioso. Marie Moon tragó saliva, y sin decir nada le condujo hasta el pasillo de los vestuarios donde había dejado a Joan inconsciente. Charlie, al ver a Joan tirado en el suelo, corrió hacia él asustado–. ¡¿Qué ha pasado?!
–¡No lo sé! Ha comenzado a sentirse mal y de repente se ha dormido... –se defendió Marie. Charlie le lanzó una mirada de advertencia.
–¡No te acerques a él! ¡Esto es por tu culpa! –le gritó Charlie. Marie retrocedió ofendida y con lágrimas en los ojos. Enfurecida le miró.
–¡Cuidad mejor de vuestros plateados, imbécil! –gritó Marie y girándose, salió de aquel pasillo.
Charlie preocupado pasó una mano por la mejilla de Joan, asustado la retiró rápidamente al notar que estaba fría como el hielo.
–Joan, despierta. Venga, despierta. –murmuró Charlie. Pero Joan seguía dormido. Sacó del bolsillo de su pantalón su móvil y buscó el número de su amigo Nick Rhodes. Era el único que podía ayudarle en ese momento.
Varios minutos después, Nick Rhodes y Leisy Hunter aparecieron por aquel pasillo.
–Él estaba con Marie Moon, al parecer se ha desmayado y está inconsciente. –explicó Charlie rápidamente. Leisy se acercó y tocó la mejilla de Joan.
–Está muy frío. –afirmó ella. Nick miró como el brazalete plateado de Joan brillaba.
–¿Has visto alguna vez algo así? –le preguntó Charlie, y Nick negó con la cabeza.
–Yo sí. –afirmó Leisy–. Debe estar utilizando un don tan potente que le ha dejado inconsciente.
–A Joan no le había aparecido su primer don todavía. –susurró Charlie con un hilo de voz.
–Pues este debe ser el primero. –sonrió Leisy débilmente–. Hay que encontrar a Claire, hay que llevarlo a la Academia Plateada, está muy débil y tiene frío.
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Nubes de Tinta
FantascienzaLos nargges plateados y los nargges dorados se han odiado desde hacía siglos atrás. Cuando la abuela de Claire Harrington muere, esta descubre un secreto que no sólo ocultaba su familia, si no todo un pueblo entero. Para proteger ese secreto, Claire...