¡Gou!

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—¿Eeh? —Makoto miró a Rin y suspiró, la verdad era que esa actitud no le sorprendía para nada, sólo esperaba que aquella sorpresa no tuviera que ver con él— bueno, supongo que tendré que esperar —le sonrió típicamente.

—Verás, no soy yo quién debe dar la sorpresa.

Rin se alejó y pasó su mano por cabello rojo, de pronto se veía algo deprimido y desanimado. Los ojos verdes se fijaron en él con preocupación y Matsuoka captando el gesto de su amigo, sonrió de lado y volvió a acercársele para hablarle directamente al oído.

—Sabes... Sou ya llegó y anda por ahí —señalo con el pulgar un punto detrás de ellos, sus ojos brillaban— llegó muy animado y temprano a la fiesta —sonrió más aún y le preguntó— Makoto, ¿hay algo de lo que deba enterarme?

Tachibana se crispó e iba a responder, pero, ¿lo negaría o lo reconocería? No sabía que iba a decir, pero se sintió salvado por la campana en el momento en que abrió la boca.

—¡Mako-chaaaan! ¡Rin-chaaaaan! —sólo había una persona en el mundo que les llamaría de esa forma.

Ambos levantaron la cabeza y se encontraron con un sonriente y radiante Nagisa que iba a su encuentro mientras movía un brazo en modo de saludo, detrás de él no podía faltar su amigo Rei, quién también tenía una sonrisa en su cara. Los dos se veían muy felices.

—¡Nagisa! ¡Rei! —les saludó animadamente Makoto, la verdad es que con la presencia de ellos sentía que se había quitado un gran peso de encima al evadir la pregunta de Rin.

Los cuatro chicos se saludaron, hacía mucho tiempo que no se veían ya que Rin vivía en Australia, Makoto y Haru vivían y estudiaban en Tokio y Rei junto con Nagisa habían ido a Kioto para estudiar. Encuentros como esos se habían dado muy poco en los últimos 4 años.

Haru apareció sosteniendo una cerveza sin alcohol y se unió al emotivo reencuentro, como era de esperarse, Nagisa lo atosigó con preguntas e historias que tenían que ser mediadas por el chico con lentes, de lo contrario seguramente terminarían mareando a Haruka.

El castaño se reía con cada nuevo comentario y estaba disfrutando enormemente de todo, había olvidado lo que había pasado a lo largo del día y de los últimos días en general, la sonrisa no desaparecía de su rostro y se sentía cómo si hubiera vuelto a la época de la preparatoria.

—¡Eh! llegaron los chicos del Samezuka —interrumpió un emocionado Rin quién se había estado fijando en la gente que iba llegando al lugar— chicos iré a saludarlos y regreso —Matsuoka se fue animado a encontrarse con los que habían sido sus senpais, compañeros y kohais en la academia.

La verdad es que se le veía muy cómodo ahí también, el pelirrojo tenía una especie de don para hacer amigos allá a dónde fuera que iba, la gente del Iwatobi y del Samezuka le tenían gran cariño y podía sonreír con cualquier grupo de persona. Eso era algo que siempre había admirado Nanase, quién no dejaba de observarlo.

Para el castaño, la mirada azul de su amigo no pasó desapercibida y sonrió tristemente, la verdad es que le gustaría que su amigo fuera feliz y correspondido, pero él no sabía de los sentimientos que podría albergar Rin. Tampoco es cómo si pudiese preguntarle a su amigo tiburón directamente, antes él mismo moriría de vergüenza.

Se sintió mal por no poder ayudar a su amigo de la infancia en ese aspecto, Haru esa tarde había hecho algo que le había molestado, pero había sido su manera de ayudarle, ojalá él pudiera hacer lo mismo.

Quizás... podría preguntarle a Yamazaki si sabía algo sobre los sentimientos de Rin.

Yamazaki.

Ya Somos Adultos (SouMako) [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora