Presentimiento

800 90 39
                                    


Makoto no volvió a entrar a las clases de la tarde. Después de que Sousuke se hubiera marchado, decidió que iría derecho hacia su casa, en ese momento, no se encontraba capacitado para prestar atención en clases.

Su cabeza estaba a rebosar de miles de ideas y pensamientos que no dejaban de murmurar. Cuando dio un paso para caminar, casi se desploma de no haberse sujetado del umbral de la puerta.

No solo su cadera dolía, sino que también su trasero y, algo más. Había escuchado y leído cosas al respecto, pero no pensó que fueran tan literal, ahora dudaba mucho de poder sentarse cómodamente en una silla durante las horas de clases que le quedaban.

Paso a paso fue bajando los escalones hasta que comenzó a acostumbrarse a el dolor, se convirtió en algo soportable, pero de todas formas seguía caminando raro.

Tuvo suerte de no encontrarse con ninguno de sus compañeros, no quería dar ninguna excusa por su ausencia, especialmente porque sólo había ido a la clase de primera hora de la mañana y se había saltado el resto. Ya tendría tiempo de ponerse al día.

El recorrido a casa siguió siendo una tortura. Cuando vislumbró el edificio en que vivía, deseó poder tomar una ducha y acostarse en la cama a dormir, se sentía demasiado cansado para hacer algo más.

Abrió la puerta de su tan anhelado departamento y olió un apetitoso aroma que le recordó que se había saltado el almuerzo y no había comido nada desde el desayuno.

- ¿Makoto? -el chico caballa se asomó con su habitual delantal mientras sostenía un cucharón en su mano- ¿que haces acá a esta hora?

-Bueno... -¿como le explicaba a su amigo?- la verdad es que no me siento del todo bien. -No era una mentira en cierto modo.-

-Ya veo, te noto un poco más pálido, pero, tienes una sonrisa de idiota en tu cara.

- ¡¿Ehh?!

-Pues si, es diferente a la que usualmente usas, la otra es más... -Haru se llevó una mano a la barbilla pensando en la respuesta hasta que luego se encogió de hombros.- Bueno, no se, pero es diferente.

El peliazul volvió a concentrarse en la olla que tenía en el fuego. Makoto suspiró y comenzó a arrastrar los pies hacia su habitación, pero antes de desaparecer, la voz de su amigo volvió a hacer que se detuviera.

-Por cierto, ¿hablaste con Yamazaki por, aquello?

¿Aquello?

Tachibana se estremeció. La verdad es que hablar, no, pero al menos había probado y usado el regalos que le había dado su novio, ahora no había manera de que se lo devolviera, además del hecho de que lo había disfrutado.

¿Pero cómo se lo diría a Haruka?

-Si, bueno, yo, le eeh... -¡realmente no podía decir nada!- ¡voy a darme un baño y cuando comamos algo te cuento!

Antes de poder escuchar la respuesta del nadador, salió "corriendo" lo más rápido que pudo y se encerró en el cuarto de baño. No había contado con que Haru le preguntara.

Recordó lo que había pasado la noche anterior luego de que gritara al ver tan extraño set de bolas de metal dentro de la bolsa. Si bien era cierto que estuche en que estaban era muy elegante y tenían buena presentación, no pudo evitar gritar.

Ahí apareció su amigo, obviamente alarmado por la situación. Primero, Makoto le había preguntado sobre qué eran esas cosas, luego, sobre cómo se usaban para finalmente terminar por agarrarlo de los hombros y zarandearlo queriendo saber porqué Sou-kun le había dado aquél artefacto.

Ya Somos Adultos (SouMako) [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora