Todo lo que creíamos conocer había cambiado.
La sequía había dejado a medio mundo sin suplementos ni comida.
El mundo llegaba a su fin.
Tanto la raza humana como la flora y la fauna que antes hacían tan bella la Tierra se acabarían extinguiendo.
El...
Había pasado mucho tiempo desde que ocurrió aquel milagro, y la sequía, en la mente de algunos, había quedado en el olvido.
Los pueblos y las ciudades habían vuelto a nacer, a ser lo que una vez fueron en el pasado.
Los abandonados habían desaparecido de la faz de la tierra, o eso creía la gente. Algunos hablaban de ellos como si nunca hubieran existido, mientras que otros contaban sus historias catalogándolas como meras leyendas.
En cuanto a nosotros, Persia se acabó enterando de lo que realmente le ocurrió a papá y a Aria. Ellos no volverían, como mamá. Estuvo sin hablarme varias semanas, pero el enfado se le acabó pasando con el tiempo. Comprendió que todo lo que había hecho había sido por su bien. Alen y yo la habíamos criado como nuestra propia hija. La habíamos enseñado a sobrevivir y a valerse por si misma. La enseñamos que debíamos tratar al bosque como nuestro aliado, no como nuestro enemigo.
Por otra parte, no habíamos vuelto a pisar la ciudad. Tampoco nuestra antigua casa. La manada de lobos nos había acogido como si fuéramos uno más. El bosque se había convertido en nuestro refugio, en nuestro hogar. Él nos protegía y nosotros lo cuidábamos, tanto a él, como a las criaturas que lo habitaban.
Tanto nosotros como los lobos cazábamos en conjunto, y compartíamos la comida como una verdadera familia. Al fin y al cabo había encontrado una, una que me quería y que se preocupaba por mi, por decirlo de alguna manera. A pesar de haber pasado por tantas dificultades supe salir adelante. Siempre.
Porque la vida me había hecho daño, pero gracias a eso yo me hice fuerte.
Fin.
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Esperoqueoshayagustadoestapequeñahistoria. Me divertí muchoescribiéndola.
