Un Día Después

166 12 0
                                    

II

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


II

Llevamos quince minutos varados en la gran congestión de transito. Estamos a unos metros del Obelisco y no dejo de maravillarme de ver a personas caminando de un lado a otro. Las bocinas sonando por todos los carriles de la gran Avenida 9 de Julio... Debo admitir que es más ancha de lo que alguna vez he visto por internet. O sea, ¡Es la avenida más ancha del mundo!

- ¡Bienvenidas a la ciudad de la furia chicas!- Gonzalo se gira para que nuestras miradas se encuentren y le sonrío- En el mundo no van a encontrar mejor transito pesado como el de Buenos Aires...

- Decilo por vos mismo amigo, no sos el que manejas.- le responde Oscar y nos reímos mientras mis ojos no se desvían de los suyos.

Observo el edificio donde nos alojaremos. Es bastante alto, no llego a contar los pisos que tiene, pero se ve que es interminable. Empujo a mi hermana que descienda del vehiculo hasta que mis pies hacen contacto con el asfalto. Me apresuro abrir la puerta de copiloto antes de que el señor Levine lo haga y Gonzalo me recibe con esa sonrisa suya que hace que mi cuerpo se vuelva de gelatina. Cierro los ojos suspirando una y otra vez, tratando de calmar mi corazón que había empezado a latir acelerado como loco en el pecho. Me pongo de espalda a él una vez que recupero mi compostura. Sus brazos me rodean como siempre lo hace a la vez que siento su respiración en mi nuca.

- Me encanta lo que causo en vos cariño, sos mi punto débil.- me susurra al oído y trato de que no me afecte de nuevo, o nos caeremos de cabeza al suelo.

- No me lo hagas imposible, lo mínimo que recibiremos por lo que me haces es un chichón en nuestras frentes.- le contesto aún con la concentración de no perder el equilibrio.

- No entiendo porqué lo haces Cecilia, él tiene sus muletas y su silla de ruedas- la voz de Oscar se escucha preocupada- Decime que no has perdido la muletas y la utilizas a ella.- el pecho de Gonzalo tiembla en mi espalda por su risa y sonrío.

- Creo que las muletas que le regalamos nosotros es mucho mejor de la que ustedes le dieron.- mis ojos se dirigen a Chiara que parece orgullosa e Isabella que está a su lado frunce el ceño.

- ¿Y se puede saber cual es la diferencia entre uno y otro?- le pregunta ella y muerdo mis labios.

- Los que le regalaron ustedes es una común y corriente.- mi hermana sonríe aún más orgullosa y los demás aparecen detrás de ella- Mis hermanos y yo le regalamos uno espacial.

- ¿Y se puede saber que tan especial es?- pregunta Oscar a la vez que siento que me quitan a Gonzalo, por lo que me giro y lo veo con las mismas debajo de sus axilas- Hagan de cuenta que no hice la pregunta- me acerco hasta él y beso su mandíbula- Tenemos todo un piso reservado para ustedes, junto al que es propiedad nuestra. Micaela me dijo que se manejan con dos vehículos, uno para los entrenamientos y otro para los integrantes de la familia que quieran recorrer la ciudad. Si querés entrenar, a unas cuadras hay unas cancha. Hablo con los dueños y me reservarán una.

Amor Sobre Polvo de Ladrillo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora