Día Tres

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Abro los ojos, siento en la cama con la respiración acelerada y mi corazón golpea fuerte en el pecho, tratando de recuperar el aliento. No solo ha vuelto ese sueño con el que convive en mi mente sino que a eso se une el hombre que se ha metido en mis pensamientos, ese hombre que en realidad es el dueño de mis sueños. Es nada más y nada menos que Gonzalo la persona quien me despierta de ese sueño. No sé como es que no me di cuenta, el cambio de persona a uno en silla de ruedas, el cabello castaño y esos ojos marrones que no hacen más que perderme en ellos... Es exactamente lo mismo que siento al observar esa intensa mirada. Ahora se que no puedo verlo a él como amigo. Será mejor que lo deje de ver, tal vez sea falsa alarma y solo esté imaginando cosas que no son.

Miro la hora en mi celular, son cuatro y veinticinco de la mañana, viendo por la ventana que aún es de noche y falta unas cuantas horas para que amanezca pero no podré dormir después de esto. Me levanto en busca de una par de toallas para darme un baño, entretenerme un buen rato quitándome el sudor que el sueño ha creado y borrar esta extraña sensación que se ha creado en mí. Dejaré que todo fluya con el agua, que se vayan con ellas y comenzar un nuevo día sin que nada ni nadie me quite del objetivo. La poca ropa que tengo puesta desaparece de mi cuerpo dejándolo en el cesto de ropa sucia, como no hay nadie que despierte a tan temprana hora, me vestiré tranquila en mi habitación. Abro los grifos de agua caliente y fría aguardando que el mismo se temple y entro a humedecer mi cabello.

Con una de las toallas cubriendo mi cuerpo y el otro en mi cabello, salgo hacia mi habitación. Cinco y diez de la mañana... Si que he tardado en la ducha. Me sorprende un juego de ropa deportiva esté tendida sobre la cama. Miro la puerta al ver que la entrada de la misma está entreabierta y lo cierro. Alguien ha de estar igual que yo, así que me visto lo más rápido que puedo y desenredo mi cabello negro para que se seque con el aire. Salgo de mi habitación sin hacer ruido en medio de la oscuridad... El celular hubiese sido útil en estos casos, ¿Por qué no uso la cabeza? Porque ya bastante shockeada has quedado que Gonzalo es el hombre de tu sueño. Maldigo esa voz dentro de mi por ser tan inoportuna por la respuesta y el momento en el que estoy ocupada con ella que me llevo una silla por delante.

- ¿Cecilia?- miro en dirección de donde proviene la voz de mujer, encontrándome con Chiara en el marco de la puerta de la cocina- ¿Qué haces despierta a esta hora?- apenas veo que frunce el ceño acercándose a mí.

- Mal sueño.- le contesto mientras caminamos hacia la cocina y nos sentamos una frente a la otra- La noche anterior no había tenido ese sueño pero el de ahora me ha abierto los ojos.

Es la única que sabe sobre el sueño porque también lo ve, motivo del que siempre nos hemos preguntado si en realidad somos gemelas y no mellizas, tampoco les preguntamos a nuestros padres. Con saber de que no nos han separado, les hacemos saber que somos mellizas a pesar del gran parecido pero entre nosotras estamos seguras que somos gemelas. Hemos pensado en hacernos estudios para saber que tanto nos une pero Chiara me ha desistido solo porque perdería mi tiempo y que solo lo que sentimos nos hace saber que en realidad no somos como nos han hecho creer.

Amor Sobre Polvo de Ladrillo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora