Dos Años Después

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Abro los ojos y le gano de nuevo al despertador. Lo desactivo antes de que despierte Gonzalo, que me abraza tan fuerte y el calor que emana de su cuerpo hace que entre en ebullición. La luz natural aún no se hace presente y eso me confirma una cosa: mal tiempo. ¡No lo puedo creer! ¡Jugar en polvo de ladrillo a una cancha con techo es de lo peor! El encierro y el polvo no combinan. Si incluimos el calor que el clima veraniego ofrece en esta época del año, es peor que una persona pueda imaginar viendo este partido por televisión. No es recomendable para las personas alérgicas al polvo, infinidades de veces interrupciones tendría un partido por eso.

Con las pocas ganas que tengo de separarme de Gonzalo, hago el intento de alejarme de él pero es en vano. Sus brazos no hacen más que empujarme a su lado, atándome de pie y manos. ¡Como lo hace! O sea, los pies y las piernas lo puedo retirar de la comodidad de la cama pero el resto del cuerpo no. En vez de seguir insistiendo, decido girar y admirar al hombre que me acompaña. Admiro cada facción de su rostro, su tez cada vez más bronceada a causa de que entrena bajo los rayos del sol. Sus brazos son cada vez más grande y prácticamente me pierdo en ellos... Sus manos llenos de callos a raíz de las ruedas.

Esa barba que tanto me encanta se lo ha quitado, dado que el calor en París es insoportable... Hasta desearía sacarme todo mi cabello rubio. Si, con Chiara decidimos cambiar el color de nuestros cabellos como promesa de que mi lesión en el hombro izquierdo no me trajera problemas para participar en Roland Garros. Cada dos por tres estoy en un parate por resentir el dolor que la lesión conlleva y a raíz de eso no pude defender el título del año pasado.. Soy de esas personas que prefieren no pasarse y estar sin jugar un largo tiempo, disfrutar gratos momentos con mi familia y aprovechar el merecido descanso que me prohibí muchos años atrás. El ranking no me importa. Muchos juegan y no se conforman hasta estar en la cima.

Mi piel se eriza al sentir su respiración en mi nuca. El aire queda atascado en mis pulmones cuando sus labios dejan camino de besos desde mis hombros hasta la mandíbula. Mis uñas se clavan en su abdomen, con la necesidad de tenerlo dentro de mí cueste lo que cueste. Lo atraigo hasta que lo tengo encima, rodeando mis piernas en su cintura y mis manos toman su rostro para que sus labios hagan contacto con los míos. Ya estoy acostumbrada a soportar su peso. Ahora mis manos hacen su camino hasta su bóxer, decidida a quitárselo pero gruño al sentir como su peso desaparece.

- No cariño.- abro los ojos con mi peor mirada- A la noche harás lo que quiera conmigo, ahora prefiero que estés descansada y ganes de nuevo el campeonato.

- Dos años Gonzalo, ¡Dos años y me sigues haciendo lo mismo!- me alejo de la cama buscando la vestimenta de entrenamiento y un par de toallas- Como una mujer que ama a su hombre y satisface sus necesidades, se siente usada cuando la dejan a punto de ebullición.- ignoro su mirada que sigue mis pasos- Hasta llevé un tiempo pensando si...

- ¿Dejarme?- me interrumpe y giro en dirección a él frunciendo el ceño- ¿Has pensado en dejarme por hacerte esto?- su voz se quiebra- ¡Si querés, vení acá! Haremos lo que quieras, pero me prometiste no alejarte de mí...

Amor Sobre Polvo de Ladrillo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora