El parto

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Semana treinta y siete de embarazo. Día del parto. Hospital de Storybrooke. Viernes. 21:00

Emma entró corriendo en el hospital, chocando con todo el mundo a su paso, y se detuvo bruscamente en medio de un pasillo dándose cuenta de que no tenía la menor idea de dónde se encontraba la habitación de la morena.

Echando peste contra ella misma y su estupidez, salió corriendo en la otra dirección hasta llegar al mostrador de recepción.

«¡Buenas noches, sheriff! ¿En qué puedo serle útil?» le preguntó el recepcionista con una gran sonrisa

«Mi mujer...el bebé...¿En qué habitación?» articuló con dificultad la rubia llevándose las manos a las costillas, completamente sin respiración.

«¿Su mujer?» repitió el hombre frunciendo el ceño «No sabía que estuviera casa...»

«¡No, no mi mujer!» lo cortó Emma, incorporándose rápidamente, los ojos como platos «No estamos... estamos juntas. Pero no juntas de casadas» explicó moviéndose nerviosa «Es más bien como dos personas que viven juntas y comparten la misma cama y la misma cuenta bancaria...Y los hijos»

El hombre que tenía delante parecía completamente perdido y Emma suspiró, molesta con todas esas palabras que salían de su boca sin poder contenerlas.

«Tuve a Henry con un hombre, Neal. Ya sabe, el hijo de Rumpelstiltskin» él asintió y ella continuó «Fui enviada a prisión en su lugar estando embarazada, y fue cuando Regina adoptó a Henry. Evidentemente, ella no sabía que era mi hijo. Al principio no era evidente, pero ahora las dos lo estamos criando y vamos a tener otro hijo. Juntas» ella entrecerró los ojos; ella misma turbada por su propia explicación y de repente se dio cuenta «En fin. Regina está en algún sitio de este hospital dando a luz a nuestra pequeña y sin duda va a matarme, porque yo no he sido capaz de llegar a tiempo. Es decir, técnicamente, va a tener otro hijo y yo voy a morir» hizo una mueca y sacudió la cabeza agitando las manos mientras el hombre seguía con el ceño fruncido.

«Entonces, ¿quiere que yo...?» preguntó, no muy seguro de comprender a dónde quería llegar la joven

«Necesito su número de habitación» dijo irritada Emma golpeando bruscamente el mostrador con la palma de la mano

«¡Oh, sí, por supuesto!» Él bajo la cabeza para buscar en el registro, pero la alzó rápidamente para interrogar a la rubia «El número de habitación de...?»

«¡De Regina Mills, por Dios! ¿No ha escuchado nada de lo que le acabo de decir?»

«Sinceramente estoy bastante confuso, no estoy seguro de...»

«¿Tiene su maldito número de habitación?»

«314. Coja el ascensor de la derecha y suba al tercer piso» explicó con una extrema lentitud mientras la joven ya se estaba alejando.

«¡Gracias!» gritó mientras pulsaba frenéticamente el botón de llamada del ascensor.

Después de menos de treinta segundos de espera, impaciente corrió hacia las escaleras.

Al llegar al tercer piso, cogió el pasillo equivocado y tuvo que retroceder sobre sus pasos antes de llegar finalmente frente a la habitación de la Reina.

Entró en el cuarto y se quedó parada en el umbral de la puerta, las manos en las rodillas y la respiración agitada.

«Lo siento, yo...» alzó la cabeza y frunció el ceño «¿Cómo habéis hecho para llegar antes que yo?» preguntó a Tink, Kathryn, Snow, David y Ruby que la miraban con curiosidad, mientras Regina parecía decidir si incinerarla ahí mismo.

Quiero un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora