Primeras veces

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Amy con cinco meses. Jueves. 10:00. Comisaría de Storybrooke

Emma caminaba de arriba abajo por todo su despacho desde hacía varios minutos con su hija en su cadera llorando a lágrima viva.

«Quizás está cansada, amor» sugirió Killian haciendo una mueca mientras se masajeaba las sienes.

Sentado en el escritorio de enfrente, el adjunto se estaba planteando muy en serio salir a patrullar para escapar de los llantos de la niña.

«¡Claro que está cansada!» exclamó Emma «¡Ha estado llorando toda la noche!»

Regina y ella habían hecho lo imposible para intentar calmar a la niña que, sin embargo, desde hacía dos meses dormía toda la noche.

Pasándose una mano por el pelo mientras suspiraba ruidosamente, la rubia parecía extenuada y desesperada.

«¿No tenía que pasar el día con Regina hoy?» preguntó el joven

«Sí, pero tenía muchas reuniones esta mañana, así que le propuse llevármela yo» resopló ella

Al negarse a meter a su pequeña maravilla en la guardería, las dos mamás se la llevaban alternativamente al trabajo confiándosela a Granny o a los Charming cuando les era imposible cuidarla.

«Gran idea» ironizó el pirata

«Venga, mi princesa, por favor, deja de llorar» suplicó Emma antes de dejar un beso en la frente de la pequeña.

Con el ceño fruncido y la mirada llena de inquietud, separó los labios del rostro del bebé, reemplazándolos rápidamente por la mano.

«¿Qué ocurre?» preguntó Killian, inquieto, levantándose inmediatamente para acercarse a la joven.

«Creo que tiene fiebre» murmuró la rubia, completamente en estado de pánico

Emma besó dulcemente la sien de su hija y se la pasó a su adjunto cogiéndolo por sorpresa.

«Voy a llamar a Regina» le explicó mientras marcaba el número de su compañera

«Espero que no sea contagioso, Princesa, sino, tía Ruby no me dejará acercarme a ella» susurró el pirata a la niña.

Embarazada de ocho meses, la joven loba parecía estar a punto de dar a luz de un momento a otro. Después de unos comienzos difíciles, Killian y Ruby se habían acercado considerablemente en estos últimos seis meses. Pero, a pesar de la llegada inminente de su pequeño muchacho, no deseaban precipitar las cosas. Encadenando las citas y las veladas a solas, se tomaban su tiempo para descubrirse y conocerse.

Después de tres intentos infructuosos, Emma resopló y marcó el número del despacho del Ayuntamiento mientras ponía los ojos en blanco.

«Ayuntamiento de Storybrooke, Emily al aparato» canturreó alegremente la joven secretaria

«¿Puede pasarme a Regina?» preguntó precipitadamente la rubia, aliviada por haber encontrado a alguien al otro lado de la línea.

«Buenos días a usted también, Sheriff Swan»

«Sí, sí, buenos días, ¿puede pasarle la llamada?» se impacientó ella

«Lo siento, pero no voy a poder acceder a su petición»

«Emily, hoy no tengo ganas de juego» advirtió la joven «Pásale la jodida llamada a Regina, creo que Amy está enferma...»

«Está en la sala de reunión, no hay teléfono allí» le explicó Emily sinceramente apenada

Quiero un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora