Primera noche

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Habitación de Emma y Regina. Primera noche de Amy en la mansión. Lunes. 02:30

El llanto y los lloros resonaban en la inmensa mansión desde hacía ya minutos. Regina gruñó, abriendo con dificultad los ojos antes de girarse hacia su compañera y sacudirla sin contemplación.

«¡Emma! ¡Tu hija está llorando y es imposible que no la escuches!»

«Hmm...» la rubia se giró, poniéndose boca abajo y hundiendo la cabeza debajo de la almohada «Déjame dormir»

«Ni hablar. Ve a verla» ordenó la Reina

«Ya he ido a verla las tres últimas veces, ¡te toca a ti!» gimió Emma, totalmente agotada.

«Yo la llevé durante nueve meses. Levántate antes de que despierte al vecindario»

«¡Eres una jodida aguafiestas!» maldijo la rubia antes de levantarse resoplando, molesta.

Se pasó una mano por los pelos despeinados, después se estiró y bostezó ruidosamente. Regina la observó con una ligera sonrisa. Solo vestida con unas braguitas rosa y una camiseta de asillas blanca, la morena la encontraba bella como para cortar la respiración. No podía luchar, día tras día, se enamoraba más de la joven.

Emma dejó la habitación y entró en la de su hija golpeándose contra la pared, ya que sus ojos estaban apenas abiertos, e hizo una mueca ante el sonido de los lloros.

«Inútil preguntarse quién es tu madre» murmuró mientras cogía a Amy y se ponía a acunarla cantándole dulcemente todo lo que se le pasaba por la cabeza

«A ver Princesa, ¿qué va mal esta vez?» preguntó la rubia mientras la recién nacida comenzaba a calmarse.

«Tu pañal está limpio» señaló Emma mientras Amy jugueteaba con sus rizos «¿Tienes hambre quizás? ¿Te apetece ir a ver a mamá para que te dé de comer?» propuso con una ligera sonrisa.

A la mañana siguiente

Emma se despertó al sentir los rayos del sol golpearle el rostro. Un vistazo al reloj le indicó que casi eran las 10:00 y sintió su corazón llenarse de amor y de gratitud al comprender que Regina la había dejado dormir.

Después de un rápido paso por el baño, bajó las escaleras y se dirigió directamente a la cocina con la esperanza de encontrar un poco de café.

Se dio de frente con Regina que se estaba preparando una taza de café y parecía estar a punto de marcharse. Amy estaba acurrucada en su pecho, cómodamente colocada en un porta bebé de color malva.

Emma no pudo evitar sonreír al pensar que la morena era la única mujer en el mundo que tenía tanta elegancia llevando uno de esos accesorios.

Se acercó a su Reina, que ya estaba preparándole a ella una taza de café, y depositó un casto beso en sus labios antes de besar la frente de su hija.

«¿Vais a algún lado?» preguntó dándole un vistazo a la ropa de la morena. Esta llevaba un pantalón de vestir negro, una blusa de un malva plateado y unos zapatos de tacón negros. Incluso con esos kilos de más, la Reina seguía siendo hermosa.

«Sí, vamos a hacerle una visita a Kathryn» respondió Regina tendiéndole la taza a la joven.

«Así que...te acercas al Ayuntamiento, a tu lugar de trabajo el primer día de tu baja de maternidad» Emma arqueó una ceja mientras tragaba un sorbo de café

«Solo quiero asegurarme de que se las apaña y que todo va bien» se defendió la Reina revirando los ojos

«Di más bien que te pones enferma ante la idea de que otro se siente tras tu escritorio» la pinchó la rubia

Quiero un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora