Capítulo 4: ¿Para que rayos me quieres?

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Capítulo 4:

¿Para que rayos me quieres?

Punto de vista de Sesshomaru.

La tire en la cama la mire fijamente y ella me miro y salí de la habitación hecho una furia. Pues esta no era la sacerdotisa que quería. Según pude ver bien esta no tenía la marca de nadie en su piel, aparte de ser virgen, lo cual hizo que mi bestia se descontrolara pidiendo venganza. Sali de alli dando un portazo a la puerta, camine por los pasillos hasta llegar a mi habitación ¿cómo diablos había pasado esto? no podía dejar que esta se fuera, quizás no tenía a su mujer pero si tenia a una de sus compañeras.

Entre a mi recámara de la cual se podía ver a la joven miko en su balcón mirando al cielo, olfateó el aire y el olor a agua salada llego a mi.  Ella estaba llorando ¿Y eso que me importa a mi?  ya que no puedo arruinar la vida de mi hermano por más que trate. Que ella pague el precio por el. Pagaras tu por los pecados de tu compañero. Salí volando de mi balcón iría a dar un recorrido por mis tierras.

Punto de vista de Kagome.

Entre y me acosté en la cama a mirar el techo. Cuando sentí a alguien entrar a la habitación. Era una joven yokai de pelo azabache hasta la cintura me miró y sonrió tiernamente.

– Soy Cynthia. Solo entre a ver si estabas bien, perdon por asustarte – Dijo acercándose a mi .

– ... – No hablé sólo me alejé.

– Tranquila no te haré daño. – Dijo acercandose a mi – Solo quiero ser tu amiga.

– Espero y no estés mintiendo. – Hablé por primera vez desde que entró.

– No miento. – Dijo sentándose en la orilla de la cama.

Ella me explicó que fue la que me trajo la comida en la tarde pues creyó que tendría hambre.

Ella me contó que trabaja aquí desde hace un tiempo y que el amo no llevaba a nadie como yo ósea que no fuera youkai, también me contó cosas de este reino.

Me dijo que tenga cuidado con querer escapar pues este reino estaba lleno de demonios que odian a los de mi raza.


–También debes tener en cuenta que mientras no le lleves la contraria al amo Sesshomaru en menos problemas te meteras. – Me aconsejo. Se despidió de mí y se fue .

A la mañana siguiente me encontraba sentada en el suelo en una de las esquinas pensando en mis amigos; En si habrán sobrevivido: Shippo, Kirara, Sango, Kikyo y su bebé, Miroku, Kaede e Inuyasha.

Miré la puerta con miedo cuando entró un joven de cabellos hasta los hombros de piel blanca y ojos azules con una armadura de soldado.

– El lord la espera en el comedor – Habló este muy formal.

El salió y entró Cynthia a la habitación me ayudo a vestirme y peinarme.

Baje con Cynthia y hay lo vi sentado en el otro extremo de la mesa mientras yo me sentaba al frente de él, pero al otro extremo. La mesa era larga con muchas sillas a lo largo.

–Duraste mucho – Dijo lo mire y baje la cabeza apretando la falda del kimono que llevaba.

– No piensas hablarme cierto. – Dijo y lo ignore pues no me importaba lo que él tuviera que decir si me quería matar que lo hiciera y que acabara con mi puto sufrimiento ¿o que quiere torturarme hasta que ya no pueda más?

– ¿Acaso querrías hablar con alguien que te hace daño sin razón? – Le respondí fríamente con la mirada aún en mi falda. 

Silencio.

Hasta que el se levanto de la mesa y caminó hacia mí me jalo de una mano y me guió al mismo cuarto donde me había torturado la primera vez.

– Desvístete – Ordenó y solo lo mire ya no me importaba lo que hiciese conmigo. – No me vas a hacer caso – Rompió mi kimono.

Y me puso los mismos grilletes en el mismo tronco de la otra vez.

Punto de vista de Sesshomaru.

Tomé un látigo en mis manos de los que se usan para azotar a los caballos.

– Esto te hará entender que tu no eres quien para no hacer lo que te ordeno y reclamarme nada – Dije para darle el primer golpe con el látigo. No gritó. Volví a golpearla pero con más fuerza esta vez gritó.

– D-duele – Grito de dolor.

Una y otra y otra vez la azotaba en la espalda y trasero provocando que se crearán heridas. Sentía placer al golpearla de esta manera. Es como una forma de quitar el estrés. Verla así débil sumida ante mi sin poder hacer nada me provocaba mas placer que matar a 1000 demonios en una batalla. No aguante mas y me quite el pantalón donde se encontraba mi virilidad  deseoso de entrar en ella. Frote su intimidad con mi virilidad provocando que ella abriera los ojos a más no poder, lo volví hacer y la sentí estremecerse me adentre en ella de una sola vez, no fue lento ni amable esa mierda no es lo mío. Lo mio es rudo sin compasión, comencé a adentrarme más en ella con más fuerza una yokai fácilmente aguantarí, pero ella esto le dejará marca, sonreí malicioso.

– Por favor p-para. - Decía entre gemidos. Reí música para mis oídos oírla gritar y gemir de dolor; Pidiendo que pare.

– Sabes que es inútil pedir que pare. – dije dándole una palmada en el trasero. Salí de ella acaricié su trasero justo encima de las marcas que había hecho con mi látigo oía su respiración irregular. Sonreí maliciosamente y me adentre otra vez en ella haciéndola gritar.

– Por favor A-amo... ¡Arg...! Deténgase me hace d-daño por favor – Dijo y seguí con más fuerza. Lágrimas seguían cayendo de sus ojos la vi apretar los grilletes con sus manos y gritar.– ¡Ah!.

La volteé y coloque una de sus piernas en mi hombro y la seguí penetrando pero esta vez sentía su límite ella gritaba mas de dolor mientras yo llegaba más profundo en ella .

– ¡Ah!. ¡Detente me l-lastimas por favor! – Decía mientras que oírla pedir que me detenga me descontrolaba de una manera poco común.

Más fuerte, más rápido y más certero daba en el punto exacto.

Le quite los grilletes y la coloque de frente a mi donde me pudiese ver la cara sus ojos estaban sin brillo y solo la oía dar pequeños quejidos inmóvil bajo mi cuerpo. Una... Dos ... Tres estocadas más y no me pude contener deje salir mi simiente en ella.

La mire y en ese momento la vi cerrar sus ojos no respondía. Salí de ella sin cuidado y vi que sangraba.

La dejé y la  volví a encadenar pero esta vez solos sus manos estaban atadas a la pared. (En la antigüedad en las cárcel es se solía encadenar a los presos no colgando del techo sino amararrados en la pared). Este será su castigo.

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Su Prisionera [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora