Los Montes Nevados

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— Óscar, Luke y yo iremos a dormir un rato. Estamos agotados - dijo Kevin -.

— No hay problema chicos. Nos vemos más tarde, buenas noches - respondió Óscar -.

— Que descansen niños - añadió Margot -.

— Gracias - dijeron a coro los jóvenes -.

Y se dirigieron a la habitación de la casa rodante. Se cubrieron con las mantas de lana que había y pusieron sus cabezas sobre almohadas. 

— Esto me trae recuerdos, Kevin - dijo Luke -.

— A mi también... hace nueve meses ya no estamos en Rich Bay... extraño mi casa... la Academia... todo... - dijo Kevin -.

— La Academia... dios... que nostalgia.

— Esas clases de filosofía - rió -. La maestra me odiaba...

— Dios, la maestra que te odiaba - rió -. 

— Ay, Luke. Desearía que esto no pasara... 

— Yo tampoco... ¿cómo estará Uriko?

— ¿La chica asiática de intercambio que rompió tu corazón? Pues probablemente convertida en zombie - aguantándose la risa -.

— No es chistoso... Bueno, en parte si. De todas formas desde que me engañó, comencé a odiarla.

— Si, claro.

— Tu nunca me dijiste quien te gustaba - dijo Luke -.

— Pues... nunca nadie me atrajo - respondió a la indirecta -.

— Bueno, pues... no hay nada que hacer en ese caso.

— Sep. ¿Extrañas a tu madre? 

— Bastante... siempre estábamos juntos. Supongo que tu también extrañas a los tuyos.

— Obviamente. Pero debemos ser fuertes, amigo. No rendirnos. Tenemos un refugio al que llegar, ¿no crees?

— Exacto. Espero mi padre siga vivo.

— Lo estará, Luke.

— Tengo que reconocer que la historia de William me puso los pelos de punta. Pensar que hay alguien siguiéndonos es muy... cómo decirlo... espantoso.

— Tienes razón. Espero y no nos alcance ese tipo. Y si llegase a capturarnos, debemos acabar con él, ¿no crees? 

— Exacto. Ahora tenemos a Óscar y sus amigos, no estaremos solos.

— Así se habla... - dijo entre dormido -. 

— Vamos a dormir, mejor.

Kevin se durmió por completo. 

— Este chico... - dijo Luke revoloteando el pelo de su amigo -. 

Óscar y Margot seguían despiertos, atentos ante cualquier eventualidad. Elvis y Lucy también lo estaban. Tenían esperanza en perder de vista a William. El bosque se volvió más frondoso y la carretera se extendía recta. Sólo se veía nieve en ambos costados y en las ramas de los árboles. Oscuridad total. Pasados unos diez minutos, Elvis avisó a Óscar la existencia de un vehículo detrás de su casa rodante mediante el walkie talkie. Un disparo se oyó, y el neumático de la casa rodante de Elvis, se estrelló con un árbol. Un nuevo disparó se volvió a escuchar y la casa rodante de Óscar perdió el control y chocaron con un árbol, al igual que Elvis. Kevin y Luke despertaron.

— ¿Qué diablos está ocurriendo? - preguntó Luke -.

— Mierda... ¡es la tripulación de William! - exclamó Kevin -.

Esperanza: El gran viajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora