El inicio de un malvado plan

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El invierno había terminado de instalarse y se puede decir que salir del cálido ambiente de los dormitorios a la mañana para ir a los ensayos de la obra era algo que requería mucha fuerza de voluntad. Pero no quedaba mucho tiempo antes del estreno, así que no podíamos darnos el lujo de faltar solo por quedar un par de horas más calentitos bajo la frazada.

Pero el frío solo duraba lo que llevaba ir desde los dormitorios hasta el auditorio, ya que una vez dentro no había manera de pasar frío. Todo el mundo correteaba de aquí para allá armando la escenografía, ajustado los vestuarios y ensayando, no había tiempo para sentir ni quejarse de la baja temperatura.

Estábamos ensayando la escena en que aparece el hada madrina.

"La madrastras y las hermanastras se arreglaron para el baile con las mejores galas y dejaron a Cenicienta llorando en un rincón. Pero ella recibe una visita inesperada"

Hada Madrina: Buenas noches mi niña. ¿Por qué tantas lágrimas?- La chica de lentes se veía demasiado extraña sin ellos. Nuestro profesor no la dejaba usarlos porque según él "el hada madrina de Cenicienta no usaba lentes", por lo que la pobre chica siempre tenía que hacer malabares para no andar tropezando con todo lo que se le ponía delante.

Cenicienta: Buenas noches señora. Lloro porque no he podido ir al baile del palacio. No tengo un vestido ni tampoco un coche que me lleve hasta allá. –Yo me encontraba en el suelo y esta parte siempre me ponía nerviosa, pues debía pararme rápidamente mientras jugaban con las luces, correr hacia un costado del escenario, cambiarme el vestido y volver transformada en una hermosa Cenicienta. Nunca lo había logrado aún, hacer tantas cosas en poco tiempo y a media luz no era para nada fácil.

Hada Madrina: No te preocupes hija mía, te daré todo lo que has de necesitar.

El hada madrina agitó su varita, las luces bajaron, y yo me levanté rápidamente yendo hasta el perchero donde se encontraba colgado el otro vestido. Logré ponérmelo con éxito, no puedo creerlo, la primera vez que me sale bien. Volví al escenario y justo cuando el hada iba a continuar con su parlamento, pisé mi vestido cayendo desplomada convirtiéndome en el centro de todas las miradas. Supongo que fue demasiado pronto para cantar victoria.

La música que se sentía de fondo de pronto dejó de sonar, escuchaba algunos susurros, pero más que nada reinaba el silencio en aquel lugar. Me contuve de levantar la cabeza, sentía demasiada vergüenza como para hacerlo y ver todos esos rostros que presenciaron el momento exacto en que torpemente me desparramé en el suelo.

-¡¿Estás bien noona? –Levante la cabeza lentamente viendo el rostro preocupado de SanHa.

-Sí SanHa shii, no te preocupes. –Dije con una sonrisa incorporándome un poco hasta quedar sentada.

-¿Te hiciste algo? ¿Te duele algo? –Me inspeccionó rápidamente con la mirada agitando las manos nervioso, al parecer, sin saber qué hacer.

-Tranquilo. –Dije tomando sus manos para que se quedara quieto. –Estoy bien.

-¿___ te encuentras bien? –Levanté la mirada más arriba encontrándome con el igual de preocupado, rostro de EunWoo.

-Que sí, no me paso nada. –Miré hacia mí alrededor percatándome de como aún todos estaban mirándome. –No se preocupen, estoy bien. –Alcé la voz y todos parecieron volver a sus actividades anteriores, todos excepto Rocky y MoonBin que aún me veían preocupados y que de no ser porque se encontraban atrapados dentro de unos exagerados trajes de nobles que les estaban probando y ajustando con alfileres, apuesto que ya estarían a mi lado también.

Mis Dulces y Tiernos Dongsaengs - ASTRO Y TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora