Ocho

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Yuu

Dejo comida de perro en el plato de Berry, pero no escucho sus pisadas por el pasillo. El ruido del concentrado caer sobre el metal llama instantáneamente a Berry. Puede que esté profundamente dormida en la cama del Tío Guren.
Mis padres y mi tío salieron a comprar los regalos que pondrían debajo del árbol de Navidad, así que estamos únicamente mis hermanos y yo en la cabaña. Sin embargo, el grisáceo color del cielo no ha cambiado desde la mañana y es un ambiente abrumador.

Hace que las ganas de ser niño vengan a mí nuevamente: Quiero jugar, hacer ángeles de nieve, uno que otro muñeco, revolcarme y sobretodo quiero que Makoto y Shiho me acompañen cómo antes, cuando solíamos divertirnos (los extraño). Pero al fin y a cabo los tres estamos igual de viejos, por lo tanto me limito a hacer lo que hago continuamente; quejarme de lo aburrido que es crecer y hacerlo cada día.
Comienzo a creer que madurar me asusta estúpidamente.
Me echo encima del sofá, y siento el cuero frío en la nuca (me produjo un escalofrío). Dejé la lectura por un día y quería recobrarla... Tomé un libro de la mesa de centro del que llevaba ya la mitad y clavé los ojos en las páginas.

¿Cuánto tiempo pasó? ¿Una hora? ¿Media hora? Nadie tiene la noción del tiempo en su zona de confort. La mía se acabó antes de que me diese cuenta. Entonces, me levanté y estaba predispuesto a salir un rato a dar un paseo con Berry, puede que me entretenga un rato. Fui a buscarla a la habitación de mi tío, y efectivamente se hallaba ahí en la cama, mordiendo la pantufla rosada de mi mamá. Berry estaba haciéndome ojos de inocencia; pero era la peor escondiendo la evidencia.
Le hago una seña con la mano para que se acerque y ella obedece, saltando de la cama y viniendo hacia mi, abandonando la pantufla mordisqueada. No le presté atención, pensaré mi excusa en el camino.

Minutos más tarde, traigo puesto el abrigo ancho, pantalones igual de anchos, botas de nieve, un gorro y bufanda. Le puse a Berry uno de esos suéteres de Navidad feos, pero para perro.

—¡Voy a salir!—Grité para que me pudiesen oír—
—Ajá, bien. —Me respondió Makoto, asomándose desde el mostrador de la cocina.

Al salir, caminé en dirección al bosque. Conocía el camino de ida y regreso precisamente por haberme perdido de pequeño.
Berry caminaba adelante mío y yo se lo permitía a pesar de halar de la correa y del hecho de que estuviese a punto de arrastrarme. La seguí a trotes por el sendero, comenzamos a dejar atrás la cabaña, mientras se perdía en los árboles. Aparentemente no la sacaron en un buen tiempo y no reservó su entusiasmo conmigo.

Berry Comenzó a ladrar. Ladraba con histeria; ella nunca hacía eso, o bueno no sabía que era capaz de hacerlo. Nadie aparte de la familia visitaba la cabaña para que Berry le ladrara a un extraño.
Pero si había alguien enfrente de ambos... Mi mano se desprendió de la correa ,Berry salió disparada hacia el muchacho y se encaramó en sus piernas.

El muchacho lucía desconcertado en querer acariciarla mientras que Berry brincaba.

—Perdona, no muerde. —Dije, puede que piense en que si la toca, le haga daño. —

Él me vio, y la sonrisa que me dedicó fue tan leve que dudé si era en realidad una sonrisa.

La Criatura Del Bosque (MIKAYUU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora