Seis

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Mika

El bosque está volviéndose un paraíso. La naturaleza humana está suprimiéndose en mi.
Sé que me pasó, sé cómo pasó, sé que está pasándome; pero no sé porqué me pasó. El recuerdo es despreciable y sin embargo, me lo sigo preguntando con más énfasis cada vez... ¿Por qué a mí?

Un monstruo ( del que no sabía de su existencia) me atacó. Yo fui una presa fácil, algo muy sencillo de atrapar.
Acababa de terminar mis estudios en el extranjero. Me gradué de la secundaria orgullosamente con un promedio alto y felicitaciones anticipadas de mis mentores; todo era conforme a mi plan y estaba orgulloso de mi.

Cuando regresé a mi hogar, mi padre me dirigía una de "esas"sonrisas cuando fuimos a cenar. Incluso en la mesa de un restaurante hablábamos en ruso. De ahí venía él. Mi madre era una canadiense con fascinación por Japón. Hablaba japonés, sabía de mitología japonesa y a aveces cocinaba comida japonesa según mi padre. Mis padres vivían en Canadá pero se mudaron a Japón, mi madre se embarazó de mí y meses después nací en una aldea llamada Shirakawa.
Por desgracia, yo no conocí a mi madre. Murió a causa de un ataque al corazón cuando aún era un bebé.

Mi padre estaba satisfecho con mis logros, conmigo no. Probablemente jamás lo estará desde el incidente que nos separó.
Me descubrió teniendo sexo con un muchacho (no lo volví ver, fue algo de una noche). No hubo necesidad de decirle que era (soy) gay. Cuando ese chico se fue lanzándome la bronca, supe de inmediato que no me aguardaba una charla paciente, amable y comprensivazLa situación no tardó en volverse una ola de gritos donde mi padre despotricó absolutamente todo y yo me tragué cualquier vergüenza.
Al fin y a cabo, me fui de casa días más tarde. Mi padre no quería vivir viéndome con decepción cada día del año, por eso me quedé en casa de una amiga mía hasta rentar un apartamento.

—Estoy feliz por ti. —Me dijo mi padre, mientras yo pagaba la cuenta. El mesero me devolvió la tarjeta, y se fue.
—Gracias, fue uno de los mejores años.
—¿Te quedarás en mi casa, Mikaela?
—No. Quedé con que me quedaría en la casa de un amigo.
—Un amigo. —Repitió mi padre—
—Un amigo. Solo un amigo, ¿si? Esto no tiene porqué ser sospechoso. —Aclaré—
—Fue bueno verte entonces.
—Lo mismo, digo... Te quiero papá. —Me levanté de la mesa, él también pero no me respondió. Por lo menos lo intenté, aunque pudo limitarse a agradecerme por pagar la cuenta como mínimo.

Tenía dieciocho años. Con dieciocho años caminando de noche por un callejón iluminado tenuemente por los faroles de luz amarillenta. Me estaba resultando muy agotador  ir de casa en casa, comportándome como un perfecto nómada pero no quería rebajarme a hospedarme una noche con mi padre... Lo quería, pero no quería volver a repetir la pelea.
Era bastante tarde, quizás casi media noche. Pero yo no tenía miedo alguno, no era nada común que te asaltaran en Shirakawa; pero mi amigo tenía la costumbre de acostarse a una hora elevada, argüí en que seguía despierto.

Sin embargo, no me percaté ni por un segundo de que los pasos que iban tras de mí desaparecían paulatinamente cómo si se degradaran. Sentí inseguridad, y un escalofrío en la nuca sumado de una opresión en el pecho. Volteé la cabeza, pero estaba contemplando únicamente el callejón y ya. Aún así, sentía que no debía voltear, que no quería hacerlo. Mi miedo era muy real a pesar de que en mente lo negaba rotundamente. La línea de la decisión era sutil y estaba terriblemente ansioso; vacilé y rápidamente devolví la dirección de mi cabeza al frente.

Nada. Me sentí muy patético al temerle a la nada por unos segundos, por eso me convencí de que podía continuar tranquilamente sin volver a voltear hacía atrás. Empecé a caminar y me saqué el celular del bolsillo, le mandé un breve mensaje a mi amigo:

«Voy en camino» Estaba conectado y leyó el mensaje. Escribía y no tardó más de diez segundos en responderme un «Ok». Apagué el celular.
Pero descubrí que el temor de antes era más que real, estaba detrás mío, estaba viéndolo reflejado en la pantalla de mi celular apagado. Temblaba, y estaba paralizado mientras lo que era una persona quien me sonreía de la forma más siniestra.

No reaccioné para atacar. Comencé a correr, pero cuando quise gritar por ayuda una mano me tapó la boca fugazmente. Pero entonces, no sacó ningún arma, simplemente me arrojó con una fuerza brutal. Salí disparado hacía una dirección y en cuestión de segundos sentí el impacto de caer al suelo y rodar sobre el asfalto hasta terminar boca abajo con el labio reventado y la nariz sangrando. Gemí. Sentía un dolor de muerte en el vientre y en el rostro cuando me dispuse a levantarme.

Todo fue oscuro. El peso de el hombre me aplastaba, y en el cuello algo me perforaba con rudeza. Era puntiagudo... Un dolor sofocante que me hizo arrepentirme de cualquier decisión errónea en mi vida. Tenía la mente en blanco, literalmente. No veía nada.

Y seguí sin ver nada hasta despertar en una camilla de hospital. El recuerdo era muy vivaz y lo sentía muy clavado en mi.
Me habían hallado y rescatado unos muchachos que me encontraron noqueado. Luego mis conocidos me preguntaron qué sucedió esa noche. La explicación sería de siglos, por eso me limitaba a decir que un ebrio me dio una golpiza y punto. No sé cómo se me ocurrió excusarme con algo tan absurdo, es más, se lo creyeron con espontaneidad.

Sin embargo, cambié. Cambié cómo un soldado que regresaba de la guerra ya que, no me sentía en ningún rincón de mi ser.
Me desconocía por completo y por supuesto empeoré.



Ataqué apersonas, pero no llegué a más que ahorcarlas y huir. Siempre eran desconocidos; pero estaba convencido de que no lo hacía deliberadamente sino instintivamente.
Aún así me condenaron a tener únicamente sed, a ocultarme lejos en un bosque donde no las personas no se acercan, a no tener comunicación, a ser un vampiro, a morir lentamente y sobretodo a desaparecer.

La Criatura Del Bosque (MIKAYUU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora