La Criatura Del Bosque (MIKAYUU)

Dieciocho

Dos inexpertos se ven desnudos con esa grata sensación de agua tibia; a Mikaela se le había venido una fantasía en donde le hacía el amor al muchacho delante de él. ¿Acaso estaba mal? Se preguntó si eso pudo haber pasado en la mente de Yuu.

¿Por qué no? Todo incitaba a la lujuria y el morbo... No obstante, era de los más normal aún sin conocer por completo las intenciones de ambos. Los ojos de Yuu habían vuelto a abrirse, mirando con sencillez a Mikaela, él intrigado levantó una ceja.

—En tu primera vez no hiciste el amor. —El tono de Yuu fue agotado, algo grave y acusador. ¿Por qué mencionaba algo así, dadas las circunstancias?—
—¿Por que iba a hacerlo? Yo ni siquiera buscaba que me complaciera sentimentalmente. Era un conocido y ya, no teníamos nada que ver el uno con el otro.
—¿Al menos recuerdas su nombre?—Mikaela rió, negó con la cabeza y apoyó un brazo bien trabajado en el borde de la tina.—
—No.
—¿No? —Yuu también rió, apegándose las delgadas, esbeltas y lampiñas piernas al pecho, poniendo una cara de buen chisme—
—No.

El baño eliminó el estrés en ambos, pero quizá volvería por el brusco movimiento que la lavadora producía. La habitación que tomaron estaba muy cerca del cuarto de lavado, donde sus ropas hediondas estarían listas hasta la mañana siguiente.

Se conformarían con quedarse únicamente en una bata de color crema y unas pantuflas que a Mikaela le calzaban bien y a Yuu le quedaban flojas. Sus cabellos se secaron al natural, y Mikaela estaba recostado sobre la cama matrimonial con los brazos bajo su cabeza.

Yuu se quitó las pantuflas, dejándolas a un lado de la cama; Berry estaba dormida en la alfombra, eso complació bastante al muchacho. Sin embargo, se recostó al lado de Mika, tomando la suficiente cercanía para posar su mano encima de una de las mejillas.

—¿Olvidarás mi nombre?—Le preguntó—¿Después de que me hayas salvado y luego yo te haya salvado? No lo creo.
—Quiero asegurarme de que no me olvidarás No puedes vivir todo esto conmigo y un día solamente... Irte.

Mikaela se desprendió de su comodidad, se dio media vuelta y con el brazo aproximó a Yuuichiro, sintiendo su respiración calórica en el pecho con la bata entreabierta; los cabellos negros que acariciaba estaban suaves, lacios y con un aroma apacible un tanto dulzón.

—Es más complicado desde que te conozco, por tan poco que sea el tiempo. Yuu—Era la primera vez que lo llamaba así— Siquiera sé que somos, ¿amigos?, ¿amigos con derecho? ¿Pareja? No, definitivamente no.
—Bueno, lo hemos hecho aún más difícil. —Yuu levantó su cabeza de una forma sutil, pero la sensación deliciosa de las caricias lo mantenían tranquilo— Sólo tengo la certeza de que me gustas.
—Yuu, eres hermoso, pero sé muy poco sobre ti. Además, veme bien. Yo soy un monstruo. Descubro mis cambios por mí solo, sin manual ni la más remota idea de que procede.

Yuuichiro se soltó del agarre, y abordó hacia Mikaela. Sin ponerse bochornoso ni vacilante, tomó asiento encima del regazo de Mikaela. Tenía manos bastante pequeñas, que se plantaron encima del rostro del vampiro...

Nuevamente se besaron, apasionada, salvaje y lujuriosamente hasta amarrarse las lenguas que soltaron alientos conectados. Se separaron, ruborizados y calientes.

—No eres un monstruo. Eres muy dócil y a pesar de beber sangre no me has dañado. Pero, si el hambre se vuelve una tortura, tómame.