Estiércol. Sí, estiércol y más estiércol. Reconozco que mi vida es de lo más aburrida y monótona. No pasa nada interesante en ella. Todo se reduce a limpiar el estiércol de los establos de las Cortes, hacer las camas de los caballos, darles de comer y tenerlos preparados para cuando un cortesano quisiera salir con su noble corcel. Estoy seguro de que pensaban que eran nobles corceles porque ellos no limpiaban sus heces. Pero claro, ¿qué clase de noble lo haría? A poco más y era obligado a poner tablas de madera por el establo cada vez que uno de ellos entraba, con sus impecables botas y sus sedosas capas. Tablas que por cierto, tenía que limpiar después de cada uso.
No, no es una vida precisamente emocionante. Es más, la odiaba.
Nada de esto hubiera pasado de no ser por ellos... seguiría viviendo bien de no haber sido por ese suceso. Viva mi "buena suerte".
Unos pasos me sacaron de mis pensamientos. Seguramente otro noble. Bueno, estaba seguro de ello, nadie más que ellos pasaban por aquí.
—Estercolero, mi pura sangre. Ahora — había gritado desde la puerta. ¡Vaya! Este ni siquiera se dignó en entrar y obligarme a poner tablas. Mejor.
—Señor, aquí tiene su corcel — dije con la mirada baja. El noble me miró y su mirada se quedó fija en mí, abriendo sus ojos durante unas décimas de segundo, dando lugar a una mirada de desprecio y a una sonrisa burlona.
-Vaya, vaya, vaya, mira quién está aquí. Una suerte que nos crucemos tal día como hoy. Para tu desgracia no verme cada semana debe ser una tortura... — yo solo me limité a no ver su cara. Ya sabía quién era el malnacido este... — ¿Verdad, estercolero?
Había dicho esa última palabra con repugnancia. Levanté mi mirada clavándola en la suya. Sus ojos azules destacaban con el contraste de su pelo azabache. Ojos que me miraban con todo el desprecio habido y por haber, pero pude advertir que se divertía viéndome en esta situación.
—Ha pasado mucho tiempo... Loke — le desafié con la mirada, entrecerrando mis ojos. Sé que si mi superior me miraba ahora me quedaría sin comer una semana. Pero el hervir de mi sangre por mis venas no me permitió pensar en las represarías.
—Años. Y de estar tan alto ahora por fin te encuentras en tu lugar —hizo una pequeña pausa, remarcando las siguientes palabras—, con el estiércol, tu hábitat natural —rio a carcajada limpia mientras yo apretaba mis puños con ira.
—Cuida tus palabras, si no pronto te encontrarás besando la mierda del establo — le amenacé. Él sólo me dio una sonrisa burlona.
—Caíste más bajo de lo que pensaba. El estiércol es demasiado lujo para alguien tan despreciable como tú — escupió sus palabras con una naturalidad odiosa, mirándome por encima del hombro. Cerré aún más fuerte mi puño, clavándome las uñas. Lo levanté preparado para darle un derechazo en toda la cara y borrarle esa estúpida sonrisa de su rostro cuando una fusta calló sobre mi espalda con fuerza.
— ¿Quién te crees que...? — no pude terminar la frase, porque el golpe se repitió en mi cara. Mi supervisor, jefe o lo que fuera ese hombre con mucha barriga me había pillado. Me lanzó una mirada despectiva y ahora miró a Loke, forzando su mejor sonrisa.
— ¿Le ha molestado este indigno? Espero que no haya hecho nada que le pudiera ofender, Señor —odiaba que trataran a Loke así. Era un deshonrado, embustero y pendenciero. No se merecía el renombre de Señor. Este solo le miró severo y le contestó.
—Nada que me pueda siquiera afectar. Pero ese muchacho debe aprender modales. Si yo fuera otro con menos paciencia y compresión, ya le habría propinado una estocada — alardeó de sus supuestas virtudes, haciéndose el importante. Le miré con rabia contenida. Sabía que trataba de hacer: pretendía que mi supervisor pensara que le había tratado de malas formas, para que mi castigo fuera más severo. Y lo conseguiría.
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La sombra de él.
AdventureÉl lo tuvo todo en sus manos para perderlo, acabando por ser el "estercolero". Pero eso pronto cambiaría cuando decidió coger las riendas de su destino y cambiar el reino que una vez tanto quiso.