Capítulo 15 ~ Espada contra espada.

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Fuimos lo más rápido posible por los caminos de tierra de los bosques, pero los caballos estaban ya muy cansados y debían descansar si no queríamos que desfallecieran.

Paramos al lado de un río, donde los caballos se pusieron a beber y a pastar los tiernos brotes de hierba que crecían en sus cercanías.

Robert y yo notábamos el cansancio comenzando a calarse en nuestras carnes. Mientras, Evey y Sophie se preparaban para la batalla que se avecinaba: se vestían con ropas duras de cuero cernido, se equipaban de cuchillos y dagas afiladas que resplandecían como luceros. Por encima de todo esto, se vistieron con sus capas.

¿No les incomodará luchar con capa?

Mi mente estaba llena de pensamientos desordenados, que iban y venían de un lado a otro, haciéndose eco por toda ella... pero sobre todos esos pensamientos había uno que era mucho más fuerte que el resto, mucho más intenso y era pues el que más me tenía en vilo: ¿Quién, sino fue Evey, me había salvado la vida?

No sólo era el hecho de que me trajera comida, sino que la trajera cuando estaba prohibido y era peligroso, como había dicho Evey. ¿Quién se preocuparía por mí tanto? ¿Robert? No, él me hubiera contestado cuando hablaba desde el otro lado de aquella puerta. ¿Sophie? No, desde luego que no. Me sentía decepcionado... ¿Acaso quería que mi salvador fuera Evey y no otro?

Oh... ¿Y si era un hombre? ¿Un desconocido?

Un escalofrío recorrió mi espalda.

- ¿Estás bien, Lebrel? - dijo Robert al verme estremecerme.

-Sí... sí, estoy bien... - dije un poco inseguro.

Parece que Robert no quedó conforme con mi respuesta.

-Lebrel, ¿Qué te tiene afligido? -me preguntó, colocándome su mano en mi hombro.

Suspiré y me giré para verlo.

-Mi mente es un batiburrillo, Robert... -volví a suspirar-. No me siento... yo no... tengo muchas cosas en las que pensar. Robert... me siento frustrado.

Me abrí a él. Me senté en la hierba y mi amigo me imitó.

-No pienses en ello ahora, vamos encaminados a una batalla, Lebrel. Necesito que estés lo suficientemente despierto como para que les des a todos nuestros enemigos su merecido -hizo una pequeña pausa -. Cuando lo hagamos, podrás contarme qué es eso que te llena la cabeza de pájaros y te lo enreda.

Asentí y él me apretó el hombro y sonrió levemente, dándome ánimos. Robert era sin duda un hombre en quién confiar... Miré el río y me arrodillé a escasos centímetros de su orilla. Obserbé mi reflejo: un muchacho de pelo castaño y barba recortada, con unos ojos marrones profundos y expresivos me miraba con el ceño fruncido.

Cerré los ojos y me aproximé aún más al borde del río para lavarme la cara. El agua estaba fría y me refrescó lo suficiente como para despejarme y llevarse con ella alguno de esos pensamientos. Me sentí bastante aliviado después de eso.

Evey y Sophie estaban ya listas: sus rostros tapados por la capucha y sus cabellos recogidos en una trenza, la de Sophie visiblemente más larga que la de Evey. Tan sólo sus labios, pintados de un rojo oscuro, y el brillo de sus flameantes ojos se vislumbraban bajo la oscuridad que les otorgaban sus capas.

Realmente imponían sus figuras bajo la luz del ocaso.

Robert me hizo un gesto para que le siguiera detrás de un árbol. Miré a los lados por instinto y me acerqué a él.

La sombra de él.Where stories live. Discover now