Capítulo 16 ~ Lo lamento

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Me desperté sobresaltado en plena noche. Un ruido había enturbiado mi más profundo sueño hasta sacarme de él de la forma más brusca posible. Miré a mí alrededor con el pulso acelerado y con la respiración agitada: no había nada diferente en la habitación en la que siempre dormía, sino que estaba todo como lo había dejado antes de dormir.

Suspiré y me recosté de nuevo en la plácida cama, arropándome con las mantas.

Justo cuando estaba por dormirme del todo, otro ruido, mucho más claro y cercano que el anterior me volvió a sobresaltar. De inmediato, me levanté de mi cama y cogí mi cuchillo de caza, que el año pasado me había regalado mi padre por mi decimoquinto cumpleaños.

De un golpe la puerta se abrió y mi madre se adentró en mi cuarto.

— ¡Tirion! — al verme allí de pie con el cuchillo en mano su expresión se relajó un poco, pero inmediatamente después se volvió a tensar.

¿Qué ocurre?

Mi madre me abrazó con fuerza y se acercó a mi oído.

—Tirion, hijo mío... — en su voz había dolor y sus palabras se habían cortado. Hacía tiempo que mi madre no me abrazaba sin motivo aparente. No digo que nuestra relación madre-hijo se hubiera congelado, sino que ya no mostrábamos nuestro acercamiento tan abiertamente —. Corres peligro, cariño, debemos huir.

Mi corazón se aceleró, casi como si quisiera salírseme del pecho.

— ¿En peligro? ¿Por qué? — pregunté mientras mi madre se separaba de mi lado, dispuesta a salir por la puerta.

— ¡No hay tiempo! — Apreté los puños, notoriamente molesto por su contestación. Mi madre, entonces, se acercó a mí y me acarició la mejilla con cariño. Me relajé y la miré a los ojos para darme cuenta de que los suyos estaban fijos en los míos —. Sé que no estuvo bien haberte ocultado las cosas todo estos años... pero tu padre y yo pensamos que era lo mejor para ti... — Apartó su mano de mi cara bruscamente, haciendo que me sobresaltase. Abrió la puerta y me miró con una tristeza que nunca había visto en los ojos de mi madre — Ahora siento que sólo nos engañábamos... que fue más fácil mirar a otro lado y no enfrentarte y tratarte como el hombre que eres...

Inmediatamente después de decir eso, otros ruidos sacaron a mi madre del trance y echó a correr por la casa. La seguí de cerca.

Al llegar al salón divisamos a mi padre armado con su espada, vigilando por una de las ventanas.

—Tirion, debes ir a por tu arco. Coge todas las flechas que puedas. ¿Entendido? Aún no han entrado en la casa—asentí —. Ten cuidado, hijo mío...

—Descuida madre — le aseguré. Ella me sonrió y me besó la frente con ternura.

Salí corriendo en dirección opuesta a la de mi madre. Antes de girar por otro de los pasillos, vi cómo mi madre desenfundaba su espada, que brilló bajo la escasa luz de una vela y la luna, que se colaba por las cortinas.

Giré al fin el pasillo y me dirigí a las caballerizas, donde también guardaba mi arco y mis flechas. Por suerte, éstas tenían acceso directo desde la casa y podíamos acceder sin necesidad de salir al exterior. Había sido una remodelación de la casa que se había terminado hace un año.

⟪ Puede que mis padres ya supieran de todo esto, y que por ello remodelaran la casa por si ocurría esto. ⟫

Lo que no entendía de aquella y jamás entendería es por qué nunca me lo contaron. ¿Por qué me ocultaron durante años los peligros que nos acechaban en las sombras? ¿Por qué no confiaron en mí? ¿Por qué me mantuvieron al margen? ¿Por qué a nosotros?

La sombra de él.Where stories live. Discover now