— ¿Evey? — pregunté un poco desconcertado.
Sophie asintió a mi lado.
—Sí, Tirion, es ella... está... — bajó la cabeza y agarró uno de sus brazos —. No sabría decirte si está realmente con nosotros o no. Respira, su corazón palpita... pero nada más.
—Yo estaba igual, ¿no? — comenté con un atisbo de esperanza —. Debemos ser pacientes, yo estuve varios meses durmiendo.
Sophie volvió a asentir poco convencida.
Caminamos hacia Robert, que sostenía la mano de Evey y la acariciaba con cariño. Mi corazón sintió dolor punzante. Preferí ver a otro lado.
—Robert... — lo llamó Sophie en voz baja.
Nuestro amigo nos miró con ojos vacíos e hizo un esfuerzo para sonreír.
— ¿Cómo está? — pregunté.
—Como lo estabas tú cuando aquella flecha te alcanzó — dijo entre suspiros.
Apreté su hombro para tratar de reconfortarlo, quizás para decirme que yo debía ser fuerte también por él y por Sophie.
Mi amiga me puse la mano en el hombro, llamando mi atención y me hizo una seña para que la siguiera. Salimos de la tienda dejando a Robert un poco mejor que antes.
— ¿Ocurre algo? — pregunté.
—Nosotros debemos prepararnos para lo que nos espera, Tirion —me comentó incapaz de verme con sus ojos marrones claros —. Sabes que te necesitamos.
Suspiré y me senté en la hierba, agotado. Al fin y al cabo, había dormido a la intemperie.
—Seal... — murmuré.
— ¿Has dicho algo? — preguntó Sophie.
—Vuelvo ahora, Sophie.
Me apresuré a donde había dejado a mi caballo. ¡Se me había pasado completamente! Suspiré, diciéndome a mí mismo lo patoso que llegaba a ser.
Cuando legué, Seal relinchó a modo de saludo y yo lo acaricié. Le quité la cabezada y lo dejé pastar a su gusto.
Volví corriendo a donde estaba Sophie y allí la hallé, sentada en la hierba, mirando el cielo. Cuando se percató de mi presencia se giró y me sonrió tímidamente.
—Perdona que me haya ido así.
—No pasa nada — dijo ella simplemente mientras me sentaba a su lado.
— ¿Por qué me necesitáis, Sophie? Tan sólo soy un hombre como otro cualquiera.
Sophie me miró alzando las cejas, sorprendida por lo que acababa de decir. La miré a los pozos marrones claros que tenía por ojos y giró la cabeza. Resopló.
—Eres Tirion, el único hijo de Darcus y de Skye — hizo una breve pausa —. Eres la única figura que representa tanto la labor de tus padres como la fuerza y voluntad que refleja el brillo de tus ojos.
La miré sorprendido. Quise decir algo, pero simplemente no hallé palabras que decir. Pensé en mi imagen en aquel momento: yo, abriendo y cerrando la boca tratado de buscar qué decir, mientras Sophie me miraba con una seriedad intranquilizadora.
—No sé por qué te cuesta tanto asimilar que eres la esperanza de muchos en esta rebelión — mantuvo su mirada fija en la mía, sin descanso —. Si la gente sabe que te pierde, sus esperanzas se echarán a perder. Porque tú eres su esperanza: los actos de tus padres empezaron mucho más de lo que ellos pensaban. ¡Movilizaron todo el reino!
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La sombra de él.
AventuraÉl lo tuvo todo en sus manos para perderlo, acabando por ser el "estercolero". Pero eso pronto cambiaría cuando decidió coger las riendas de su destino y cambiar el reino que una vez tanto quiso.