Capítulo 3 ~ El despertar

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Comencé a sentir un extraño calor. Era agradable. Sin embargo, no era capaz ni de ver, ni de escuchar. Todos los pocos sonidos que me llegaban eran difusos, confusos y no los llegaba a comprender.

No sé cuánto tiempo pasó. ¿Minutos? ¿Horas? Sumido en mis pensamientos lentos y toscos, no era consciente del tiempo. Tampoco sabía cuándo estaba consciente y cuando dormido. Puede que pasaran varios días.

A veces me agobiaba. ¿Estaba realmente vivo o era un vegetal?

Trataba de moverme, de abrir los ojos, de salir de ese estado. Imposible. No podía. ¿Cuánto más iba a estar así? Me sentía morir por dentro.

En ese momento, un olor me llegó. Era dulzón, cálido. Una mezcla de especias se enredaban en mis cavidades olfativas. Inspiré fuerte. Quería saber qué eran. Pero mi esfuerzo fue en vano. Incapaz de saber qué era aquel olor que ahora me distraía, traté de escuchar, sabiendo que aquello era aún más complicado que descifrar los olores.

Lo intenté. Con todas mis fuerzas, concentrándome en ello. Hubiese cerrado los ojos con fuerza en ese instante si fuera capaz. Captaba ruidos, algún que otro sonido, pero no lograba descifrarlos. Quería suspirar, frustrado, pero ni eso era capaz de hacer.

Quise chillar. Mi interior lo hizo. Mi cuerpo se mantuvo en silencio.

Tengo que calmarme...

Busqué la forma de mantener mi mente positiva. Fue entonces cuando recordé lo que le había escuchado una vez a mi madre. "Cuando pienses que la rabia te come, cuando pienses que la tristeza te invade o cuando pienses que todo está acabado, piensa en aquello que te calma y que te hace feliz. Aquello que no es material y que te lo da el mundo. En el amanecer, en el vuelo de las aves... todo es maravilloso. Algún día... lo verás y lo apreciarás como yo."

Mi madre... mi madre fue una buena madre. Me dio amor y cariño, me enseñó lo cruel y lo bonita que puede ser la vida. Nunca entenderé cómo se casó con mi padre. Eran tan diferentes...

A ella tampoco le debió de pasar lo que nos pasó. Ella no se merecía algo así. Le quedaba tanto por contarme...

Mamá, a ti tampoco te debió de pasar lo que nos pasó. Si yo tan solo... si yo...

Entonces lo noté. Noté mis frías lágrimas por mi cara. El contraste de su frío y el calor de mi piel me provocaron un escalofrío.

Estaba sintiendo. ¡Estaba sintiendo! Llevaba sin sentir en mis carnes lo más mínimo desde que estaba en este extraño trance. Sentí una gran calma, llenando cálidamente mi interior. Sonreí para mis adentros.

Me paré a pensar. ¿Qué me llevó a esto? Recuerdo ver al cortesano aquel... Loke. Una pena no haber podido darle su merecido en aquel momento. Luego me habían llevado a la cárcel... y luego... ¿Luego qué?

Algo cálido secó mis lágrimas. Me sobrecogí. Alguien estaba conmigo. Era suave.

Desde entonces, no lo he vuelto a notar.

Al cabo del tiempo (no sé cuánto) comencé a sentir más mí alrededor: olía con mucha más intensidad, notaba los cambios de temperatura, incluso a veces podía escuchar los pájaros cantar... De vez en cuando me daban pinchazos en los brazos. Supuse que querrían despertar y me lo tomé como una buena señal.

Pocas veces escuchaba voces. Normalmente se escuchaban el cantar de los ruiseñores, algún que otro perro ladrando... De noche algún búho ululaba y el viento azotaba alguna ventana cercana. Aquello me ponía los pelos de punta. Sobre todo el hecho de estar sintiendo todo aquello sin poder ver, ni moverme.

La sombra de él.Where stories live. Discover now