Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz.
Lucas 8.17 (Nuevo testamento)
Cuando llegue a casa entre lo más rápido que pude, no tenía el valor para poder ver a mi madre a los ojos. Había un silencio escalofriante, estaba recordando aquella pesadilla que me atormentaba aun todas las noches. Posiblemente Diana estaba pensando que me estaba volviendo loca, pero literal así era. Sentía que algo siempre estaba encima de mi cada que dormía, algo que me impedía poder moverme siquiera de la cama. Lo que más me enfurecía era que ella no dejaba de parlotear el hecho de que pudo superar su asqueroso aborto. Siento que ella nació sin el más mínimo sentimiento de culpa, una idólatra cualquiera.
-Hija, por fin estas aquí-dice mi madre, saliendo de mi habitación antes de que yo pudiera mover la manija.
Me abraza y yo siento que me voy a desmayar. Siento que el nudo en la garganta me va a salir por los ojos, pero me lo trago junto con toda la vergüenza. Mi madre rompe en llanto, sin soltarme.
-Perdóname hija. Tu padre no volverá jamás, si eso es lo que quieres-me dice mi madre abrazándome más fuerte
No quise escuchar más y me solté de ella. Le regale un sonrisa y me metí a mi habitación con todas mis maletas. Tome el borde del edredón y me tape de pies a cabeza. Quería perder la conciencia y no saber de más. La oleada de dolor me inundaba de nuevo, y solo tenía ganas de llorar. Mañana seria otro día y a lo mejor podía empezar de nuevo como si nada hubiera pasado. A lo mejor....
(...)
2 semanas después
Cierro los ojos y dejo que la oscuridad se extienda hasta que pasa de ser una sensación de tristeza a algo peor: el recuerdo. El flashback del momento en que me practicaron el aborto. Le pedía a gritos al doctor que parara, me dolía, pero no solo dolía físicamente. Cada que sentía que me succionaban por dentro el pequeño feto, sentía que se llevaban la mitad de mi vida. También recuerdo que no dejaba de llorar y que le suplicaba a las personas que se detuvieran, pero no lo hicieron.
Tengo que aceptar que de nada sirve que deje de pensar en ello. Que los recuerdos no vengan a mi cabeza cada que estoy sola. Cada que me dejo llevar por el nudo en el estómago y la vergüenza. Los días transcurrieron y al comienzo todo estaba normal, pero siempre al final del día me sentía fatal conmigo misma. Camino por la vida pero me siento como una zombi en medio de todo. Las oleadas de dolor eran débiles, luego fuertes, luego intensas hasta dejarme tirada por horas llorando en la cama y sin poder dormir. ¿Alguien más sentirá lo que yo estoy pasando? ¿Algunas chicas que han abortado, también sienten que se han llevado la mitad de su alma?
Pasaron los días, y yo trataba de salir adelante con mi vida. A ratos estaba con el humor hasta las nubes, a ratos estaba que me hundía. Hablaba con Diana pero ya no aceptaba ninguna invitación a salir. Ahora solo era su compañera de clase y nada más. Todo iba mejorando hasta que Elena y yo conversamos una noche que fue a realizar un proyecto de la escuela.
-¡Estamos ya casi de terminar todo esto! Estoy que me muero amiga-me dice entusiasmada y con una mano me frota el rostro.
Sonrío por puro agradecimiento. A pesar de tener el ánimo hasta los suelos ella es capaz de hacerme compañía en estos momentos.
-¿Puedo preguntarte algo?
-De momento... no quiero tener que ser tu consejera amorosa-le digo y ella ríe- Pero dime...
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Esperar merece la pena ( TRILOGIA )
SpiritualAurora nunca imagino que una desicion podría marcar eternamente su vida. Cautivada por las costumbres, tentaciones y las modas del mundo, Aurora cuelga su vida de un hilo al dejarse llevar por deseos y amistades que liberan en ella lo peor. Entre su...