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Tina, Rose y yo dejamos nuestras skateboards recostados de manera vertical sobre la pared de la ladrillo. Amber, sin embargo, la lleva consigo hasta llegar junto a la banca. Entonces, la deja en el suelo y se sienta sobre ella, quedando a su lado el apoyabrazos de la banca.

Corro. Salto cuando estoy a unos metros del contenedor. Apoyo por un segundo mi pie sobre la pared de la tienda y me impulso hacia arriba. Caigo sobre el contenedor de basura. Me siento sobre una de sus tapas negras. Rose mi imita y se sienta junto a mí.

Tina se acerca a duras penas a la banca de plaza, y se acuesta sobre ella, ocupándola por completo.

Quedamos en silencio, respirando agitadas por el viaje vehemente.Contemplo el lugar. Le tengo afecto, más que a mi casa de dos pisos,de hecho. Aquí pasamos nuestros tiempos libres. Aquí las cuatro reímos, y también lloramos juntas. En este lugar nos encontramos.En este lugar nos encontrábamos con ella...

También recuerdo cómo lo construimos: lo limpiamos y convertimos en un lugar agradable. Me acuerdo del día en que encontramos el lugar: cubierto de polvo y humedad. Encontramos la banca en la que estaba acostada Tina en el mismo callejón. Le faltaba varias tablas de madera que conformaban el asiento. Un día, Tina trajo un martillo, varios clavos, y algunas tablas que había sacado del ático de su casa, y, mientras nosotras barríamos, ella reparó la banca.

Entonces vuelvo al presente, y las cuatro nos miramos. Mi mirada se cruza con la de Tina. En sus ojos veo el enojo y la desesperación.La tristeza brilla en ellos, sin poder soportar ver la misma desgarradora situación todos los días, una y otra vez.

Ahora mis ojos se clavan en los de Amber, y los suyos en mí. Noto su inocencia. Percibo su rostro compungido debajo de su sonrisa afable. Sus ojos brillan, como siempre, llenos de temor al qué dirán. Cansada de esconder su forma de ser, sin entender por qué tiene que hacerlo. Preocupada por la poca aceptación de la sociedad.

Vuelvo mi cabeza hacia la derecha, e intercambio miradas con Rose.Veo el enojo irracional marcado en su entrecejo, que en realidad esconde angustia. Veo las noches sin poder dormir, con un trauma severo, bajo sus ojos, sobre sus mejillas. Detecto un sentimiento en su mirada: entonces entiendo que está harta de verlo.

Me pregunto qué pensarán de mí. No quiero que me compadezcan,pero no las puedo culpar, pues yo las compadezco a ellas. Mis problemas no son nada comparados con los suyos, no entiendo cómo pueden soportarlos.

-Qué hermosa noche – observa Amber mientras su mirada se posa en el cielo.

Miro para arriba. Puntos relucientes y blancos plagan el cielo,formando distintas líneas y figuras bajo un manto negro e infinito.No veo la luna, la debe de tapar algún edificio. Pero me extraña ver de manera tan nítida las estrellas, pues las luces múltiples de la ciudad generalmente las opacan. De todas formas sí, la noche es hermosa.

-Hermosa - repito pensativa, aún con la cabeza hacia arriba -... Hermosa como mi hermana, según Zack – al pronunciar el nombre lo hago con un tono burlón.

-Maggie, ¿quién es Zack? - pregunta Rose, mirándome.

Bajo la cabeza y la miro. De repente, estoy irritada por lo que acabo de recordar.

-Es el nuevo novio de mi hermana - respondo con un dejo de molestia -. Hoy vino a almorzar a casa, de hecho. Mis padres se hicieron un lugar en su ocupada agenda para recibirlo, cosa que es bastante extraña en ellos. En fin, el punto es que Zack – cada vez que pronunciaba su nombre lo hacía con un dejo de burla – estuvo toda la tarde halagando a Lisa, y ella besándolo a él. Era irritante. Pensé que mis padres se enfadarían con el chico por su desparpajo inesperado, puesto que, como ustedes saben, son muy rectos y estrictos. Pero no, cuando Zack se fue, no hicieron más que felicitar a Lisa, como siempre.

Solté la narración como si cada palabra fuera una bala y mi boca una ametralladora que no paraba de disparar. Necesitaba liberar ese pensamiento que llevaba en mí varias horas. Ahora siento que me saqué un gran peso de encima. Respiro atropelladamente para recuperar el aliento.

-Uau... - balbucea Amber, sorprendida. - Suena a que has tenido un día difícil.

-Maggie – interviene Tina -, entiendo que estés molesta, pero vine a aquí porque quiero olvidarme de los problemas. Aunque sea por un minuto, por favor. Y creo que no soy la única que quiere olvidar todo. Que tú cuentes tus problemas no ayuda, ¿sabes? Lo siento, no quiero sonar egoísta.

Tiene razón. Estoy con ellas porque las extraño. Quiero olvidar al mundo por un segundo. Quiero reír y disfrutar de la noche.

Maggie: Bajo el realismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora