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La sonrisa de satisfacción perversa de Sam no se borraba de su rostro.Su mirada fría se clava en nosotras con una complacencia maliciosa.No puedo creer que aquél muchacho sea de mi misma sangre.

-¡VAMOS! ¡Vamos! - nos grita Tina repetidamente.

Las cuatro nos damos media vuelta y comenzamos a correr por la acera. Pasamos por al lado del callejón con la banca de plaza y el contenedor de basura, y seguimos de largo. Casi al unísono, tiramos nuestras skateboards al suelo delante nuestro sin detenernos, y damos un pequeño salto para caer sobre ellas. Ahora, patinando, tomamos más velocidad.

Vuelvo mi cabeza mientras me impulso colocando firmemente mi pie derecho en el suelo. Veo a Sam correr con furia y con su rostro tenso detrás nuestro. Mientras lo hace, grita despertando a todo el vecindario:

-¡Hijas de puta! ¡No huirán, malditas zorras!

Me causa gracia, pues no es probable que nos alcance: nosotras vamos sobre ruedas y él a pie.

Pero entonces dirijo mi vista detrás del chico, y contemplo cómo una patrulla policial dobla en la esquina con las brillantes luces azules y rojas. Me encandilan y vuelvo mi cabeza hacia adelante.

Recupero la vista y les grito a mis amigas con temor:

-¡La policía! Se están acercando, chicas.

Me impulso una vez más y me vuelvo por un segundo. Veo que Sam ha parado de correr. Ahora les grita a los policías dentro del vehículo algo que no alcanzo a escuchar, mientras nos señala con un enojo intenso. La patrulla pasa por delante de él, y sigue andando,acelerando cada vez más. No puedo ver más, pues vuelvo la cabeza hacia el frente.

-¡Doblemos a la izquierda! - recomienda Rose vociferando

Veo que hay una esquina a unos veinte metros. No hay que decir más.

Doblamos en la dirección que indicó Rose y tomamos aún más rapidez. Nuestros pies ahora no dejan de impulsarnos y la velocidad aumenta. El ruidoso aire zumba junto a mis orejas y me da en la cara.Las ruedas giran más y más veces por segundo gastándose increíblemente. El traqueteo de estas contra la acera es constante y algo molesto. El camino que vamos trazando es sinuoso e impredecible,causado por los voluminosos árboles que se alzan desde el cemento.

Las luces rojas y azules de la patrulla se reflejan en los vidrios más bajos de los edificios a nuestro alrededor: al parecer el vehículo ya dobló y va en la misma cuadra que nosotras.

-¡Recuerden: Plan Escalón! - chillo haciendo acuerdo.

Todas asienten recordando. Tina suelta una lágrima que se resbala por su mejilla hasta salir disparada hacia atrás por el viento azotador. Sé por qué se emociona.

El Plan Escalón lo habíamos creado hacía varios meses. Un día,aburridas sin saber qué hacer, nos pusimos a platicar del caso hipotético de una persecución. ¿Qué haríamos si alguien nos perseguía? ¿A dónde iríamos? Intercambiamos ideas hasta que a Lindsey se le ocurrió una estrategia. Lo nombramos el Plan Escalón.Llevarlo acabo seis días después de que ella perdiera la vida es algo bastante intenso. Tina lo demuestra.

Siento que estamos honrándola.

Sin decir más, doblamos a la derecha atravesando la calzada primero.Por suerte, ésta está despejada, sin absolutamente ningún vehículo con el que podamos estrellarnos. Llegamos a la otra manzana y tomamos la acera.

Entonces escucho cómo se enciende la sirena de la patrulla.

"Estamos perdidas", pienso.

-¡Más rápido, chicas! - Doy un grito desesperado.

Me impulso con una fuerza desgarradora.

Vuelvo mi cabeza y veo que el automóvil policial que nos persigue recién dobla para encontrarse en la misma cuadra que nosotras: le llevamos cincuenta metros de distancia. Todavía quedan posibilidades de que escapemos.

Las cuatro aumentamos la rapidez. Nos damos impulso sin parar, tocando el piso con los firmas pies constantemente. Respiramos agitadamente y siento cómo el corazón me golpea el pecho con fuerza. Nuestros rostros deslumbran desasosiego, asombro y consternación ante la situación inesperada en la que nos hemos metido. Nuestras cabezas se voltean continuamente para mirar al vehículo persecutor con temor.

Observo con desprecio cómo algunos vecinos curiosos se acercan a la acera para comprender la causa por la que suena la escandalosa sirena. Algunos ponen rostros de sorpresa y otros se muestran ceñudos. Veo a algunos niños pequeños que saltan de emoción señalándonos, cómo si todo fuera parte de un divertido videojuego. Me generan nostalgia y sonrío por un instante.

Las curiosas personas comienzan a acaparar la acera. Mis amigas y yo no tenemos más opción que desviarnos hacia la calzada, de lo contrario pronto colisionaríamos con un vecino.

Ahora, patinando en la asfaltada calzada, olvidamos a los expectantes vecinos y nos concentramos en acelerar.

La velocidad es impensable. Doblamos en la esquina siguiente hacia la izquierda. El coche va rápido, incluso más que nuestras skateboards, pero desde el comienzo de la persecución le llevamos una distancia bastante grande. Por lo que, aunque se acerque cada vez más a nosotras sigue estando un poco lejos.

Sin perder la rapidez, en silencio y concentración, doblamos hacia la derecha en una esquina. Entonces diviso un callejón a nuestra izquierda. No es necesario alertar a las otras tres, pues las veo y noto sus miradas posadas en él. Antes de que la patrulla doble detrás nuestro, entramos al callejón. Lo atravesamos y, al salir ala acera del otro lado, doblamos a la izquierda nuevamente.

        Seguimos de largo, durante muchas cuadras. Miramos hacia atrás y no encontramos la patrulla de policía: definitivamente nuestro plan funcionó. El vehículo siguió de largo cuando nosotras tomamos el atajo del callejón, y ahora nos alejamos más y más de él.  

Maggie: Bajo el realismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora