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Necesito ducharme.

No sólo porque el sudor me mantiene mojada, sino porque también necesito relajarme. Mi cabeza es un huracán de pensamientos confusos y preciso esfumarlos. Quiero analizar con claridad cada puto pensamiento que me agobia.

Antes de ir al baño, miro de soslayo una mitad del skateboard astillado y siento un dolor en mi pecho. Siento cómo mi abuelo me deja lentamente, y por completo.



El agua cae con ligereza y me moja. Las gotas recorren mi piel. Cierro mis ojos y dejo que el agua empape mi cara. El chorro es suave y tibio.

Entonces, recuerdo la cara triste de Lindsey mirándome. He hablado con ella... Estoy segura de que ha sido real. ¿De qué otra manera se explica el hecho de que la ventana estaba abierta cuando desperté?Sin embargo, no logro entender cómo está viva; luego de ver su cuerpo inerte y frío me cuesta aceptarlo. Respecto a sus oraciones... no puedo comprender qué es lo injusto que ella ha dicho. Es decir, está claro que no han pasado las cosas que yo creía, pues está viva, pero eso no significa que la situación sea injusta..., ¿o si? En la mañana lo hablaría con las chicas.

Lo único que quiero es volverla a ver.

Me dan ganas de llorar. Retengo el gimoteo. Froto mis manos por la cara para calmarme.

Y entonces, recuerdo la cara de enojo de Lisa. Necesito a mi hermana y no quiero que esté molesta conmigo. Pese a eso, tiene derecho a estarlo, pues ella sabía que yo saldría con mis amigas a pesar de que me lo habían prohibido, pero confió en mí y no dijo nada. Ahora ella piensa que soy una criminal y se arrepiente de haber confiado.

Debo explicarle todo.

Detengo el chorro y salgo de la ducha. Me seco con una toalla blanca. Me miro al espejo mientras lo hago: el pelo morocho chorrea agua; los ojos marrones me miran desde el vidrio; mi altura proporciona mi peso normal; y alcanzo a ver mis rodillas raspadas por una caída de hace semanas.

Podría llegarse a decir que soy algo linda, pero, debo admitir,que no tengo unas tetas tan grandes como las de Lindsey.

Rodeo mi cuerpo con la toalla y le hago un nudo a la altura del pecho. Voy a mi dormitorio en silencio; todos duermen. Me visto.Enciendo mi celular y veo la hora que marca: 04:07. El sueño se meha quitado desde la discusión intensa con mis padres, y en tres horas tengo que desayunar e irme al colegio.

Decido no dormir.

Tomo mi guitarra acústica de su soporte, enciendo la computadora,me pongo los auriculares, entro a YouTube, y veo un tutorial para aprender a tocar Here Comes The Sun,de los Beatles.

Luego de tocarla a la perfección, busco otras canciones y las aprendo, tocando suavemente para no sonar muy fuerte y despertara mi familia.



Las primera luz del día entra por la ventana, extinguiendo la noche, aunque el sol no haya salido aún.

Entonces comienzo a escuchar pasos en toda la casa. Los ignoro y continúo rasgando las cuerdas del instrumento. Hasta que mi madre toca la puerta y grita a través de ella:

-¡Maggie, levántate!

A duras penas, dejo la guitarra en el soporte y bajo a desayunar. Tomo el jugo de naranja y una tostada sin decir palabra,al igual que Lisa, quien sigue molesta. Mientras tanto, mis padres hablan de no sé qué político famoso.

Termino de desayunar. Subo a mi habitación y pongo las cuadernolas en mi mochila, vagamente. Miro el celular que marca las 07:10. Las clases comienzan a las 07:30. Con el vaquero rasgado que llevo y la camiseta de manga corta azul, me marcho sin despedirme.

Camino por la acera. El cielo está en un gris matutino,que baja en degradé hasta el amarillo sol primaveral de Octubre. Sin embargo, el aire frío conserva el fresco de la noche. La gente ya ha salido de sus hogares para internarse en la densa neblina que abunda en el exterior; los autos recorren las calles a gran velocidad, haciendo que el ruido de lo motores inunde toda la ciudad.

En mi celular, elijo Come as You Are, de Nirvana, y la pongo a sonar. Subo el volumen en mi auricular, y me dejo llevar por la melodía.

Llego al colegio con cinco minutos de atraso. Voy directamente a la clase y entro: el profesor de Literatura, el señor Blackman, a está dentro. Me siento en mi pupitre en silencio. Saludo a Tina, quien es la única de las otras tres chicas que está en la misma clase conmigo, porque ambas cursamos humanístico, aunque a ninguna nos guste la orientación.

Tina atiende a lo que dice el profesor; siempre hablamos en clase, excepto en Literatura, pues ella adora la asignatura.

No me quito los auriculares. Miro al profesor como si de verdad me interesase lo que explica, pero ni siquiera lo escucho. No pienso en él ni en la Literatura.

Sólo pienso en Lindsey.  

Maggie: Bajo el realismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora