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Disminuímos la velocidad, dejando que gobierne la tranquilidad dentro nuestro, sin detenernos.

-¡Mierda, Maggie! - dice de pronto Amber.

Pienso que me va a hablar de nuestra discusión en la tienda, pero me mira con una sonrisa en la cara y con sus ojos otra vez resplandecientes de alegría.

-Digo – continúa-, Sam si que es un hijo de puta. ¿Cómo puede ser familiar tuyo?

Estallamos en risas.

-Sí, pues yo me preguntaba lo mismo – afirmo con una sonrisa en la cara.

-Es decir, ¡en realidad no le estábamos robando! - detalla Tina, risueña.

-Técnicamente no: le íbamos a dar algo a cambio – dice Rose.

-¡Y no cualquier cosa! - reprocha Amber. Quedamos en silencio, y agrega: - Ese hijo de perra llamó a la policía por un crimen que no existía. - Hace una pausa. - Peor para él, pues ahora seguirá siendo un maldito virgen.

Reímos.

Y luego volvemos a estar en silencio. Patinando lentamente por la desierta calzada. La estrellada noche se cierne sobre nosotras. Hacía días que no me divertía tanto. La adrenalina, la emoción, el miedo, luego el sosiego, y, por fin, la paz; una conjunción de sentimientos fuertes encontrados en una sola noche. Alucinante.

De repente, Rose resbala hacia atrás. La botella de vodka salta de su mano y cae en el cemento, rompiéndose en mil pedazos filosos de vidrio. La joven cae de culo en el suelo. Mira sus manos: sólo más raspones. Nos bajamos de nuestras skateboards con rapidez y la ayudamos a levantarse.

-Mierda – musita Tina, una vez que Rose está de pie, mirando la botella de vodka hecha añicos.

Y entonces, ella comienza a reír. Sus carcajadas son estridentes.Tina, Amber y yo la miramos sin entender. Su risa es tan contagiosa que comenzamos a reír nosotras también. Por alguna razón su risa me causa gracia. Al final nos logramos calmar.

-¿De qué nos reímos? - pregunto con una sonrisa estampada en la cara.

-Pues – intenta explicar Rose. Se calma -, es una situación bastante peculiar. No sólo fuimos acusadas de asalto al hacer un intercambio completamente legal con un familiar desconocido de Maggie, sino que también una de las cosas por las que "cometimos el crimen" - dibujó comillas en el aire con sus dedos -, ahora está completamente destrozada.

Quedamos contemplando los trozos de cristal en el cemento.

-Al menos tenemos la cerveza – dice Amber torciendo la boca y señalando las latas que Tina llevaba en la mano.

-Así es. ¿Qué mas da el vodka? – bromeo.

Montamos nuestras skateboards y nos alejamos de la botella destrozada.

Hay silencio durante varios minutos. Mientras tanto, patinamos rápidamente por las asfaltadas calles de Montevideo.

-Al parecer el Plan Escalón a funcionado: hemos perdido a los policías – reconoce Tina con la voz débil.

Quedamos en silencio, pensando. Tarde o temprano tendríamos que hablar de ella.

-Es una buena estrategia – describe Rose casi que musitando.

Amber sonríe, con los ojos húmedos.

-Pues... las cosas que inventaba a Lindsey siempre eran eficientes. Ella... era muy inteligente – dice con la voz quebrada.

-Lo era – digo con melancolía. Sonrío al momento que una lágrima rueda por mi mejilla -. Digo, doblar cada una cuadra en direcciones intercaladas, comenzando por la derecha y trazando largos escalones, hasta encontrar un callejón y entonces desviarse por el mismo... es un plan ingenioso. Hasta el nombre lo es.

Reímos de felicidad al recordarla. Todas nos hemos sacado un gran peso de encima al hablar de ella. Recordarla dolía... hasta ahora.Algo cambió. Tal vez porque siento que la hemos honrado, o quizá porque simplemente hemos hablado de ella. Pero ahora, cuando la rememoro, lo hago con alegría.

Un silencio distendido se extiende sobre nosotras mientras patinamos por la calzada a una velocidad considerable. La conmoción al hablar de Lindsey nos abandona poco a poco.

Cierro mis ojos y aspiro el aire fresco y nocturno. Exhalo lentamente.

Cuando abro los ojos veo a una chica parada en medio de la esquina, mirándome seria. El espeso y largo cabello rojo le llega hasta la curvada cintura. Sus ojos pequeños y azules se asemejan a una gota de agua. Es alta, delgada y posee un pecho voluminoso.

Es Lindsey.

La conversación de las chicas ahora me suena lejana. Todo a mi alrededor se torna borroso, excepto ella.

Su rostro exhibe un semblante de pena y decepción. El viento revuelve su pelo, el cual se pega a su cara. Está quieta, y me mira fijamente.

Mi boca se abre y mis piernas flaquean. Siento que me desarmo. Quedo impertérrita, parada sobre el skateboard, que pierde velocidad poco a poco. Intento hablar pero noto el nudo en mi boca. Muevo mis labios finos pero siento que me han cortado las cuerdas bocales. No puedo emitir sonido alguno. Quiero moverme, quiero gritar, pero absolutamente todo mi cuerpo no me responde. Me siento impotente y desesperada.

Pero, ¿cómo ha llegado Lindsey hasta allí? Es imposible, yo vi su cuerpo. Yo había visto su cadáver...

-¡Maggie! ¡Cuidado! - grita una de las chicas.

        Mi cuerpo es obstruido por algo. Me estrello abruptamente contra algo rígido que se abalanza sobre mí. Caigo para atrás y dejo de ver a Lindsey.

Maggie: Bajo el realismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora