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-¡MAGGIE!

Me despierto.

Abro mis ojos al tiempo que me siento con rapidez en la cama mojada. El sudor surca todo mi cuerpo, y las sábanas se pegan a mi piel.

A los pies de la cama están mis padres y Lisa. Los primeros dos me miran, ceñudos y encolerizados, mientras que mi hermana desvía la vista al suelo, con un dejo de decepción.

Lindsey no está.

Mi corazón no deja de latir con fuerza.

Me paro de un salto y mis pies tocan las baldosas frías. Corro hasta el baño. Entro. Está vacío, pero al mirar la ventanita, veo que está abierta.

¿Ha sido un sueño la plática con Lindsey? ¿O ella había hablado conmigo realmente? Sé que todo indica que ha sido un sueño pero...había sido todo tan real. Además, si no mal recuerdo, creo haber cerrado la ventana al colarme por ella. De todas formas, no me acuerdo con mucha claridad.

Con la respiración agitada, quedo quieta mirando la ventana abierta, como si esperara que Lindsey apareciera de la nada por allí.

Alguien me toma del brazo fuertemente y me gira con brusquedad. Es mi padre, quien me mira con furia.

-¡¿Qué te sucede?! - grita en mi cara.

No sé qué contestar. Balbuceo sin sentido.

Él se vuelve y camina hacia la puerta del dormitorio. Se agacha y toma mi skateboard, la cual estaba completamente sucia y gastada,tirada sobre la alfombra.

"Soy una estúpida. La he dejado en el patio de la vecina, y seguramente ellos la han visto entre los setos", pienso,acordándome.

Camino y me coloco enfrente de la estantería. Le hecho un vistazo, el disco que había agarrado Lindsey está igual que cómo ella lo había dejado.

Lisa está sentada en la cama y me mira fijamente, con los ojos entrecerrados, con pena.

-¿Puedes explicarnos en qué pensabas? - vocifera mi papá, revoleando el skateboard como si fuera una pancarta, y nosotros una multitud protestante.

-Yo...

-¡Enserio, Maggie! - interfiere mi madre en el mismo tono que su esposo. - ¿Robarle alcohol a un familiar cercano con unas amigas que te prohibimos ver? ¡¿A caso pensaste en nosotros?!

-Todo ha sido un error. Sam no dijo... - murmuro justificándome. - ¿Pensar en ustedes? - repito sin entender.

Mi madre suspira.

-Maggie – dice frustrado mi padre, tomándose la cara con la mano -, tu madre y yo somos famosos en la ciudad, somos los mejores en lo que hacemos. - Mi padre siempre había sido muy jactancioso respecto a su trabajo como neurocirujano, al igual que mi madre como abogada. - ¿Acaso no se te pasó por la cabeza que tus actos podrían afectar nuestra reputación?

Sonrío con sarcasmo, aunque en realidad estoy afligida por sus palabras egoístas.

-Hay cosas más importantes que su reputación, ¿saben? - digo con la voz quebrada.

-¡No hables así, jovencita! - replica mi madre.

Miro a Lisa. Aún me mira con una mezcla de tristeza y decepción.Está quieta como una piedra.

Quedamos en silencio un momento.

-Lo que dijo Sam es mentira, nosotras no... - intento explicar, aunque todavía miro a mi hermana.

-No me importa lo que dijo Sam – me interrumpe mi padre casi que gritando -. Lo he llamado. Tienes suerte de que lo convencí para que no presentara cargos.

Agacho la cabeza, sin un gramo de arrepentimiento.

Mi madre le quita de las manos el skateboard negra y la pone frente a mi rostro.

-¿Puedes decirme que es esto? - La miro de reojo. - ¡Tú, tu skatebord, y tus amigas me tienen cansada! - estalla una vez más.

-TE DIJIMOS QUE NO PODÍAS VER A TUS AMIGAS NI USAR TU SKATEBOARD – grita mi padre, con la cara roja de ira.

Estallo:

-¿A si? ¡Pues no pueden prohibirme ver a mis amigas sólo porque una de ellas ha muerto! ¡No tiene ningún sentido!

-¡No emplees ese tono hacia mi, muchachita! - ordena mi padre.

-LO SEGUIRÉ HACIENDO HASTA QUE ME ORDENEN COSAS CON UN GRAMO DE HUMILDAD – vocifero.

-Hasta aquí – dice secamente mi padre.

Le saca de un manotazo el skatebord a mi madre y me aparta de un empujón. Se acerca al umbral de la puerta abierta del baño, y lo golpea con fuerza contra éste. El skatebord choca contra el concreto y se quiebra. Lo golpea nuevamente con más fuerza y se parte en dos.Caen al suelo las dos partes, desparramando astillas por doquier.

Estallo en un llanto de impotencia.

Me tiro al suelo y miro el skateboard arruinado. Recuerdo el lejano día en que el abuelo Rey me lo había regalado. Era lo único que me quedaba de él. Hasta ahora.

Intento decir algo pero de mi boca sólo salen sollozos.

Mis padres se agachan junto a mí y me miran con cruel indiferencia. Mientras, los ojos de Lisa siguen clavados en mí,aunque detecto compasión en ellos.

Logro detener mi llanto. Enjugo las lágrimas y quedo en silencio.

-Sólo así dejarás de salir con ellas, ¿verdad? No nos dejaste opción – dice mi madre con fingida culpa.

-Limpia el desastre – añade mi padre. - Y duerme; mañana todos nos levantamos temprano.

Dicho esto, se ponen de pie y se marchan. Lisa se para, pero antes de poderse ir, me paro también y la tomo del hombro. Se vuelve y m emira.

-Siento haberte puesto en está situación – le digo con un hilo de voz.

Ella sacude el hombro y me mira enojada. Sale del cuarto,dejándome sola.

Maggie: Bajo el realismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora