4

34 11 0
                                    

Quedamos en silencio unos minutos. Aunque nuestra confianza es infinita, el momento es algo incómodo.

Entonces Rose comienza a reírse.

-¿Qué ocurre? - pregunto sin entender.

Rose se calma y empieza a narrar un escena que acaba de recordar. Una situación que había vivido hacía unos días, que termina siendo un anécdota muy gracioso. Finaliza su relato y nuestras risas estallan. Lo necesitaba: me hacía falta reír.

Nos calmamos. Interviene Amber. Cuenta un chiste que resulta ser muy divertido. Reímos a carcajadas de nuevo. Esta vez las risas demoran un poco más en apagarse.

Y de repente comienza a haber una ronda de chistes. Cada una cuenta uno. Algunos son graciosos, otros no tanto. Algunos son ridículos, y otros son tan sosos que igualmente nos produce gracia.

Los chistes unos tras otros culminan con uno mío. Muy gracioso, de hecho. Lo cuento. Todas ríen menos Tina, quien está acostada en la banca, y ahora contempla el cielo, seria.

-¿Estás bien? - pregunto.

Tina demora en contestar.

-Sí. Es solo que recordé algo. - Hace una breve pausa. - Lindsey contaba muy buenos chistes.

Siento presión en mi pecho. Percibo cómo mis ojos se humedecen y los cierro para no llorar. Finalmente, Tina la había mencionado. Yo la había tratado de evitar en mi mente todo el día, pero era imposible hacerlo ahora: el comentario de mi amiga me había tomado desprevenida. Siento pena, angustia, nostalgia, y un poco de enfado por las palabras de Tina, puesto que ella misma hacía unos minutos había dicho que quería olvidar todo.

Sin embargo, la entiendo. Yo tampoco creía poder aguantar mucho más sin hablar de Linsdey. Necesito conversar sobre ella. Necesito expresar mis sentimientos en voz alta, aunque nadie me escuche. No obstante, sé que Rose, Tina y Amber sí me escucharían, ellas siempre lo hacen.

Noto que a las cuatro nos está afectando el que Tina haya nombrado a Lindsey. La tensión ronda en el aire.

-Es cierto – sonríe Rose -. Era muy graciosa. - Se notaba la pesadez en su voz. Arrastra las palabras, con miedo a lo que le causen en su interior. Hace una pausa larga. - ¿Recuerdan cuando...?

-Rose, por favor. No quiero hablar sobre ella – la interrumpe Amber, con un rostro de súplica.

La miramos. Una parte en mí tampoco quiere hablar de ella, quiere evitar el tema y también las lágrimas. Pero en el fondo sé que es necesario hacerlo.

De todas formas, respeto la petición de Amber, y no digo nada.

-Lo lamento. No debí nombrarla en principio – se retracta Tina.

Un silencio sepulcral comienza a reinar. Quedamos calladas varios minutos, que se hacen más largos de lo que me gustaría. El silencio se torna desagradable, nunca nos había sucedido algo tan desapacible. Decido romper el silencio.

-¿Saben qué necesitamos? - digo repentinamente.

-¿Qué? - pregunta Amber.

Las tres me miran.

-Un poco de alcohol – suelto.

-¿En dónde vamos a conseguir alcohol? - dice Tina. - Yo no traigo dinero conmigo.

-Yo tampoco – aseguran Rose y Amber al unísono.

Me siguen mirando, sin entenderme.

No han dicho que no quieren, solo que no pueden. Sonrío.

-Yo tampoco tengo dinero. - Entonces señalo detrás mío. - Pero conozco al dueño de esta tienda.

Maggie: Bajo el realismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora