Capítulo 11 "Lo que siento por ti"

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Los trabajadores del restaurante observaban detenidamente a la peli morada sin creer en sus palabras. Incluso, los hermanos de Cilan no daban crédito de lo que estaba pasando. ¿Desde cuándo Burgundy se había ‹‹ enamorado ›› de su hermano, cuando hace años lo único que los unía era su rivalidad como Conocedores? Lejos de allí se encontraba Dawn. Sentía una fría sombra sobre sus hombros que le impedía caminar o hablar. Con las palabras de aquella chica sintió que todo lo hermoso vivido la noche anterior y en la mañana habían sido crueles mentiras.

Mientras tanto, a las afueras del lugar, Cilan intentaba arreglar su uniforme y parecer normal antes de entrar a trabajar. Cuando vio que todo estaba en orden, suspiró tres veces y entró, pero al ver las caras que todos tenían sobre él ni siquiera se atrevió a saludar. Avanzó dos pasos en completo silencio hasta que sus hermanos, y los demás trabajadores, saltaron sobre él buscando alguna respuesta.

― ¿Por qué no nos dijiste que te ibas a casar? ―preguntó Chili, observándolo fijamente.

― ¡Se supone que ustedes eran rivales! ―habló Cress―. ¿Cuándo pensabas contarnos que estabas prometido con Burgundy?

― ¿Yo? ¿Burgundy?

― ¡Cilan! ―gritó la Conocedora para que el aludido pudiera verla.

Vaya que había cambiado, fue lo que pensó el peliverde al observarla fijamente. Su cabello ondeaba gracias a los pasos rápidos que daba y para qué hablar de lo curvilínea que se había puesto. Sin lugar a dudas, el uniforme de Conocedora que llevaba puesto, que constaba de una minifalda tableada de color negro, medias del mismo color y una chaquetilla roja ajustada, le quedaba muy bien. Burgundy se había transformado en una hermosa mujer...

Pero eso no venía al caso. Él jamás se había comprometido con ella. Es más, hace exactamente 5 años que no la veía, más aquello, los demás parecían no entenderlo.

― ¿Qué significa esto Burgundy? ―le preguntó con la voz más seca y sombría que pudo―. Te equivocaste de hombre, al parecer.

― ¡Claro que no! ―exclamó airada.

Entonces las respuestas llegaron solas a la mente del joven. El rumor de que él y su novia Iris habían roto, había llegado a los oídos de la Conocedora con una rapidez sorprendente. Aquella era una hipótesis que comprobaría más tarde. Y entonces, entre las demás personas en el lugar, vio los ojos tristes de Dawn. En ellos podía visualizar la decepción y el arrepentimiento. Se sintió una completa basura, pero todo eso lo arreglaría con ella más tarde. Lo que estaba en su lista en primer lugar era poner a Burgundy en su lugar.

―Acompáñame a la oficina―dijo el peliverde, tomando a la chica del brazo. Acto seguido, la arrastró por todo el salón―. En cuanto a ustedes―observó a cada trabajador, incluso a Dawn―, no me voy a casar con ella. Fueron inventos suyos, y si quieren una explicación más personalizada, los estaré esperando a cada uno en la oficina para hablar con calma ¿Quedó claro?

Su voz de ultratumba atemorizó a todos los presentes que, sin perder más tiempo, comenzaron a realizar sus labores, ya que había algunos clientes que esperaban deseosos sus desayunos. Incluso, Chili bufó molesto: "Y después de todo, yo soy el dictador", pensó para sí mismo.

La peli azul comenzó a realizar sus labores con la mente perdida y alejada de allí. Las palabras de Cilan la tranquilizaron, pero no del todo. Quería explicaciones y sabría que las tendría en unas cuantas horas más.

Mientras tanto, en la oficina del restaurante, el peliverde intentaba comprender el comportamiento de aquella Conocedora. Intentó calmar sus nervios al observar la buganvilia siendo mojada por la incipiente lluvia, pero no sirvió de mucho. Incluso, intentó perderse en los cuadros del lugar, el estante de libros de recetas en un costado y las fotografías de él junto a su familia. Burgundy, que lo miraba atentamente, sentada en una mullida silla de terciopelo, parecía estar encantada con su reacción.

Open arms [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora