Capítulo 17 "Evan"

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― ¿Qué voy a hacer? ¿Y May? ¿Dónde está May? ―gritó Drew con los ojos desorbitados y caminando en círculos.

―Drew, cálmate por favor ―dijo Dawn en un intento por tomarlo de los brazos, pero no pudo. El peliverde era bastante escurridizo.

Inevitablemente, la fiesta llegó a su fin. Ya no hay música o apetito para comer. Los gritos del coordinador se unían a los de May, gritando en el baño. Aquel cumpleaños se había transformado en un completo desastre tan rápidamente que nadie se dio cuenta. En el exterior, la tormenta eléctrica seguía con su curso. Sabían perfectamente que estaba prohibido transitar con los relámpagos cayendo a la orden del día. Además, podían ser arrestados por infringir la ley.

―Con tantos gritos no puedo pensar ―dijo Serena, mientras se jalaba el cabello―. Por favor, Ash, haz que Drew deje de gritar.

― ¿Y qué hago? ―preguntó el azabache.

― ¡Lo que sea, pero hazlo!

Ash se acercó lentamente a su amigo peliverde que ahora relataba, como si se tratara de un poema, las amenazas de Norman. Lo miró con lástima. Definitivamente no quería pasar por una situación parecida, ya que sabía a la perfección que la madre de Serena se comportaría mucho peor. Respiró profundo, antes de que sus ojos impactaran los de Drew.

―Amigo ―dijo calmadamente―, perdóname por esto. ―Una vez dicho aquello, Ash le propinó un gran golpe en el mentón que lo hizo elevarse algunos centímetros. Acto seguido, cayó al suelo como un costal de papas, completamente inconsciente.

Los demás, reunidos en la habitación, no daban crédito a lo que habían visto. Ash parecía no comprender la gravedad de aquello, mientras Drew parecía viajar al país de los sueños. Cuando despertara, sin lugar a dudas, recordaría ese golpe.

― ¿Qué fue lo que hiciste, Ash Ketchum? ―La que ahora tenía los ojos desorbitados era Serena. Su rostro se había tornado rojo de rabia.

―Me dijiste que no querías seguir escuchando los gritos de Drew ―se defendió―. Además, estaba haciendo mucho problema.

― ¡Eres un caso! ―le gritó la peli miel, antes de dirigirse hacia donde estaba May.

La castaña, sentada sobre unos cojines, después de haber sido cargada por Cilan y Brock, respiraba junto a Dawn como solían hacerlos las embarazadas en sus clases de maternidad. La situación se estaba tornando peligrosa, ya que May había roto la fuente hace bastante y la tormenta no parecía amainar.

―Tenemos que llevarla al hospital ―dijo Cilan―, a menos que alguien se ofrezca como voluntario para ser partero.

―Pero si salimos aquí nos va a llegar un rayo ―dijo Misty―, o peor aún, la policía nos mandará a prisión.

Entonces las ideas salieron por sí solas de las mentes de aquellos entrenadores. Pikachu era el único Pokémon eléctrico que podía repeler los relámpagos y los encargados de conducir serían Cilan y Gary, por ser los que menos habían bebido hasta el momento. En las afueras del salón, la lluvia parecía haberse detenido, momento que los demás aprovecharon para subir a May a uno de los autos. En el otro iría Drew que seguía dormido.

―Tranquila, May ―dijo Dawn, tomando su mano con fuerza―. No hay de qué preocuparse.

― ¡Cuando dices esa maldita frase es cuando más me preocupo! ―gritó la castaña casi sin aliento.

―Tranquilo todo el mundo ―dijo Cilan, en un intento por calmar las aguas―, llegaremos al hospital pronto. Ash, ¿Estás listo?

― ¡Claro que sí! ―contestó el azabache, en el asiento del copiloto. Acto seguido, sacó la mitad de su cuerpo por la ventana y se cubrió con una capucha de hule. Pikachu iba sobre una caja hecha del mismo material, sobre el auto. Cuando este comenzó con su recorrido, siendo seguido por el otro desde muy cerca, levantó su cola sirviendo como una especie de pararrayos.

Open arms [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora