Capítulo 22 "Redención"

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Dawn pasó toda la tarde de aquel día escogiendo canciones en internet. May le había dicho claramente que no tenía una canción para dedicarle a Drew, ya que "ninguna podría describir el amor que sentía por su novio". Era bastante cursi, pero cierto. Había canciones bastante hermosas que con una simple adaptación quedarían excelentes para la ocasión, pero por más que buscara, no lograba dar con la indicada.

—Si tan solo fuera yo... —susurró por lo bajo. A las afueras del departamento, las sandalias de las personas emitían un suave ruido.

Una canción llegó a su mente de pronto. Era calmada y con una melodía triste que invitaba a soñar con el amor y una eternidad juntos. Mil años era lo que quería vivir la peli azul junto a Cilan. Mil años que se transformaron en meses y que no prosperaron. Inconscientemente tarareó la canción, mientras una traviesa lágrima abandonaba su ojo derecho en un intento de fuga. Por más que pasara el tiempo, jamás dejaría de amar a su peliverde de ojos vivos y mirada tranquila.

Y por más que pasaran mil vidas, jamás dejaría de sentir aquel frío en su pecho.

— ¿Encontraste la canción? —preguntó May, quien venía bebiendo una malteada de chocolate.

—Creo que si —dijo la peli azul mientras se la mostraba.

El rostro de May se ensombreció al ver la letra de aquella canción. — ¿Estás segura, Dawn? —preguntó con melancolía.

—Si —afirmó con una sonrisa—. Esta será mi forma de despedirme de él de forma definitiva. Después de tu boda, creo que abandonaré Striaton.

— ¿Te vas a ir? ¿Y Serena?

—Lo más probable es que ella se vaya con Ash una vez que termine la universidad —dijo con ojos soñadores—. Además, no puedo quedarme con ellos por siempre. Ellos tienen derecho de disfrutar su amor a solas.

Dawn observó con la mirada perdida aquellas líneas que componían tan triste melodía. ¿Sería capaz, acaso, de olvidarse de Cilan para siempre? No se creía capaz, por eso había decidido marcharse como una forma de rebeldía hacia su propio corazón. Tal vez conseguiría la felicidad si permanecía lo más lejos posible de los recuerdos que hoy la atormentaban horriblemente. May, por su parte, acarició la espalda de su amiga en señal de entendimiento. Ella, mejor que nadie, sabía lo dura que podía ser la vida, pero gracias a Arceus estaba logrando sobrellevarlo todo. Era mamá de un bebé hermoso y futura esposa de un hombre maravilloso que la amaba por encima de todo. Se sentía afortunada, y quizás por eso se sentía culpable del sufrimiento de Dawn.

Decidió dejarla en compañía de su propia soledad para ir a ver a su bebé que aún dormía. Esperaba que los años le dieran aquel perdón que jamás lograría escuchar de los labios de su amiga.

La tarde pasó y con ello llegó la increíble despedida de soltero de Drew. Esta sería en el departamento de Serena y Dawn que había sido acomodado exclusivamente para la ocasión. Las chicas también celebrarían a May, pero en un lugar más apartado y con más frenesí: un pub. El pequeño Evan quedó al cuidado de su padre. Estaba sentado en su silla de bebé, mientras jugaba con el celular del peliverde. Parecía entretenerse mucho a diferencia de los mayores.

— ¿De verdad no podemos ir a algún lado? —preguntó Ash con cierto desgano y lanzando las cartas de monópoli por la habitación.

—No, no podemos salir, porque Evan está a mi cargo —dijo Drew, mientras se lamentaba por su bendita suerte. Le quedaba poquísimo dinero para comprar propiedades en el juego. Al menos estaba mejor que Ash.

—No soporto un minuto más jugando esto —dijo el azabache.

—Lo dices porque estás en banca rota como por quinta vez —dijo Gary y su gran monopolio de empresas. Les había ganado todo el dinero.

Open arms [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora