Capítulo 18 "La tormenta más fuerte"

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Pasó una semana en la que el nacimiento de Evan fue el tema principal. El pequeño bebé de cabellos verdes era bastante tranquilo y la mayor parte del día se la pasaba entre sueños. Serena y Dawn la fueron a visitar la mayor parte del tiempo: la peli miel quería contagiarse con el espíritu de la maternidad y Dawn simplemente quería estar cerca del bebé. Cada vez que Serena bromeaba con el tema de ser madre, Ash palidecía horriblemente. Y cuando esa semana finalizó, May y todos los demás se marcharon a sus respectivos hogares.

―Perdóname por arruinar tu cumpleaños ―dijo May un tanto apenada.

―Descuida. No puedo enojarme al ver que comparto cumpleaños con un bebé tan hermoso ―respondió la peli azul mientras observaba a Evan dormir en los brazos de Drew.

―Nos desquitaremos en mi boda. Será inolvidable.

En unas cuantas horas, Dawn se vio en soledad junto a los que vivían en ciudad Striaton. El recuerdo de alguien llamado Paul era cada vez más difuso, y en cuanto a sus amigos, ellos seguían siendo cercanos y pendientes de ella. Las visitas esporádicas de Ash al departamento de Serena se hicieron cada vez más frecuentes por lo que la peli azul comenzó a acostumbrarse a dormir en la habitación de servicio del restaurante.

Y esa noche no fue la excepción.

― ¡Lo siento mucho, Dawn! ―se disculpó Serena por celular―. Te prometo que te lo recompensaré.

Dawn ya había escuchado esa frase antes. Es más, la oía con más frecuencia y aunque le incomodara a ratos (porque se imaginaba, de forma pervertida, lo que sus amigos hacían) se sentía feliz. Serena se veía feliz y eso hacía que ella también se sintiera igual.

― ¿Se cuidan? Ya saben, de tanto que va el cántaro al agua se rompe ―dijo de forma preocupada.

― ¡Por supuesto que lo hago! ―dijo casi gritando―, y creo que él también...supongo.

La peli azul respiró profundamente y colgó la llamada antes de darle algunas indicaciones necesarias como la higiene y el orden del lugar. Volvió a respirar, pero esta vez para encaminarse al restaurante bajo el débil manto de lluvia que a esa hora se dejaba caer. Eran exactamente las dos de la mañana cuando abrió la puerta del servicio. El restaurante lucía completamente vacío. Solo quedaban débiles vestigios del servicio dirigido por Cress hace horas atrás.

―Serena ―susurró Dawn― ¡Juro que me las pagarás!

Ya se habían hecho constantes las visitas de la peli azul al restaurante por lo que su casillero ya manejaba un uniforme extra y ropa para el aseo. Se estaba despojando suavemente de su ropa húmeda cuando escuchó un ruido. Pensó en la posibilidad de que fuera el viento o alguna que otra rama de un árbol chocando contra las ventanas, mas descartó esa posibilidad cuando escuchó el mismo ruido, pero esta vez más fuerte y más cerca. Dawn se armó con una escoba y como si fuera su arma caminó aterrada hacia la puerta. Uno, dos y tres pasos. Su corazón latía rápido, sus manos temblaban, sus dientes castañeaban. Cuatro, cinco y seis pasos. Salió al oscuro pasillo más aterrada que antes. El sudor bajó por frente, ya estaba rezando. Siete, ocho y nueve pasos. Una sombra apareció frente a ella, alta, esbelta, fantasmal. Ambos cuerpos caminaron para encontrarse y cuando estuvieron frente a frente, dispuestos a golpearse, la luz de un relámpago los alumbró. Un gritó ahogado salió de sus gargantas.

― ¡Cilan! ¡Te mataré! ―gritó la peli azul con los ojos anegados en lágrimas.

― ¡Dawn! Te juro que yo...

No pudo seguir hablando. Dawn se había lanzado a sus brazos, llorando de miedo como una niña pequeña frente a una película de terror. El peliverde no tardó en corresponder al abrazo. La consoló y enjugó sus lágrimas bajo aquella noche lluviosa. Cilan estaba en el restaurante debido a que preparaba las liquidaciones de sueldo de todos sus trabajadores y no quería ocupar su domingo en eso.

Open arms [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora