Capítulo 21 "Agujero negro"

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Los días siguientes, y quizás las semanas, fueron un torbellino de pesadillas para Dawn. El trabajo le parecía aburrido al igual que los paseos en bicicleta por la ciudad. Todos los días, a la hora de la salida, se detenía frente al enigmático Faro de Luz, deseando que sus sentimientos pudieran llegar hasta Cilan y llenarlo de amor, donde quiera que él estuviera.

No quiso averiguar dónde estaba su amado peli verde. Aquello hubiera significado una humillación mayor, sumándole que él no deseaba verla, quizás por siempre. Serena, quien había estado junto a Ash en Sinnoh, había vuelto a la ciudad para hacerle compañía y tal vez, mitigar en algo su dolor. La peli miel sabía por lo que la peli azul estaba pasando. Ella, en carne propia, hace años dejó atrás al amor de su vida por alcanzar su sueño, dejándole un gran vacío en el pecho y una depresión endógena que desapareció cuando lo volvió a ver. Cada día, cuando sus ojos se encontraban con los de ella, suspira de frustración.

La situación en sí era injusta.

― ¿Dawn?, es hora de ir a trabajar ―dijo Serena, mientras llamaba a la puerta de su amiga―. Ya se hace tarde y me tengo que ir a la universidad. ―Sonrió para sus adentros, ya que estaba a punto de graduarse. Habían pasado exactamente 13 meses desde que Cilan se fue de ciudad Striaton.

―Gracias, Serena, pero creo que hoy no iré. No tengo ánimos ―dijo Dawn del otro lado, siendo cubierta por enormes mantas rosas que estaban a punto de caer de su cama.

―Nada de eso, querida ―murmuró Serena, mientras sacaba un manojo de llaves de su bolsillo―. Voy a entrar.

Dawn no alcanzó a secarse las lágrimas cuando su amiga entró. Inmediatamente fue a abrazarla y susurrarle un "todo estará bien" que causaba un efecto netamente contrario. Con el tiempo, Dawn había disminuido de peso y se había llenado de enfermedades. En el trabajo parecía un muerto viviente que llevaba platillos de comida y que recibía propinas.

―No quiero sentir la lástima de los demás ―lloró en el hombro de la chica―. No quiero que me tengan trabajando ahí, porque sé que me odian hasta las entrañas. Por mi maldita culpa su hijo se marchó.

―No digas eso, amiga ―dijo Serena al borde de las lágrimas―. Nadie te tiene lástima. Tú haces un excelente trabajo. Por eso te mantienes ahí. Y Cilan...él se fue porque así lo quiso.

― ¿Sabías que un día como hoy me pidió ser su novia? Era nuestro cumple mes...siempre íbamos a lugares hermosos. Estábamos tan enamorados.

Ese día, Serena no fue a la universidad para quedarse consolando a su amiga. Le cocinó y la mimó lo más que pudo. Con el transcurso de las horas, el ánimo de la peli azul fue mejorando y al llegar la tarde, las lágrimas ya no existían. Las amigas reían alegremente viendo anime. Por más que Dawn intentara abandonar su estado de tristeza, este la terminaba consumiendo por completo. Y cuando salía a pasear para relajarse, las calles y tiendas la bombardeaban con innumerables recuerdos que terminaban por enviarla a un pozo sin fondo. Si bien había ratos de alegría, había otros en los que Cilan ocupaba la mayor parte de sus pensamientos.

Estaba saliendo de la crisis con ayuda de muchas personas, lo estaba logrando y vaya que le estaba costando. Pero por más que consiguiera eso, ella siempre amaría al peliverde de corazón gentil. Nadie la salvaría como lo hizo él.

― ¿Diga? ―dijo Serena por el celular. Este había sonado insistentemente por lo que el capítulo de Dragon Ball Súper quedó pausado. Dawn lo agradeció internamente, ya que uno de los personajes, inconscientemente, le recordaba a Cilan.

― ¿Quién es? ―preguntó Dawn.

― ¡Es May! ―gritó de emoción, mientras ponía el celular en altavoz.

Open arms [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora