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El departamento de Richard era inmenso, incluso había espacio para que el piano que reposaba frente al ventanal de la sala pudiera nadar si le apetecía. Casi todo ahí era blanco y lucía nuevo, las sillas, el escritorio de mi habitación, los inmensos libreros de la oficina de Richard, incluso la alfombra. Todo eso me hacía sentir sumamente pequeño y sucio, pero el hombre que me quería sin conocerme me dijo que no me preocupara por nada, porque ese era mi nuevo hogar.

A la mañana del sábado, Dom ya estaba más tranquilo, pero exigió a papá (porque él dijo que eso era de nosotros) una explicación, y con toda la paciencia del mundo, se la dio.

No importa hablar mucho de las razones ahora. Nancy estaría en un sanatorio mental hasta que los médicos determinaran que podía seguir afuera con su vida, y mientras eso pasaba, nos quedaríamos con él.

Cuando dijo eso, no me cupo la menor duda, me sentía feliz.

Papá le prometió a Dominic que podría visitar a mamá cuando él quisiera, y ante eso, aceptó sin mayores reclamos, pasando el resto de la tarde encerrado en su nueva habitación.

Yo, por el contrario, corrí a abrazar a mi padre, deseando con todas mis fuerzas que, si eso era un sueño, la muerte me llevara antes de despertar para que mi última memoria fueran sus brazos correspondiéndome.

-Oh, Frankie -susurró mientras algunas lágrimas rodaban por su cara- todos me dijeron que el vínculo entre padre e hijo es tan fuerte que jamás se rompe... y ¿sabes? Es cierto, tú eras muy chico cuando te fuiste de mi lado como para recordarme, pero, creo que de alguna manera... sabes quien soy. Y te lo agradezco.

Él no tenía que darme gracias por nada, me estaba dando algo mejor que un cuento antes de dormir. Yo no sabía realmente qué debía hacer, y me dediqué a aceptar su amor y sonreírle.

Comencé a decirle papá, y no porque fuera para mí un sinónimo de Richard, en verdad significaba algo más, algo cálido, hermoso y real. La primera vez que lo llamé así, comenzó a llorar y yo me disculpé, tuve miedo de haberle hecho daño, pero él me dijo que no había hecho nada malo, y que sus lágrimas eran de felicidad. No sabía que también se lloraba por eso. Supongo que... cuando es demasiado grande para salir por la sonrisa, escapa por los ojos.

Dom era muy bruto con él, creo que era comprensible, y mi padre era tan maravilloso que esperó pacientemente una mejora de su parte, la cual obtuvo con el lujoso modo de vida que nos ofreció.

Esos primeros tres meses me enseñaron que hay más cosas en la vida que sentarse a la débil luz de una pequeña vela a leer sintiendo una asfixiante opresión en el pecho.

Quiéreme [FRERARD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora