Quiéreme [FRERARD]

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-¿Y la herencia? -preguntó Gerard con gran interés.

-No sé -respondí con la vista clavada en la puerta. Eran las 8 pm, a esa hora, yo debía estar hablando con mi padre, no discutiendo cosas sin importancia con cualquier otra persona.
Los investigadores, policías y paramédicos ya se habían marchado, no había nada que aclarar, todo era más que obvio.

Aún así, yo seguía esperando que Richard entrara por aquella puerta.

Aunque, claro, eso no iba a pasar.

Las autoridades determinaron que era lo suficientemente grande como para vivir sin un tutor, y acompañado únicamente de una mucama, comprendí lo que significa estar solo.

Mantenía mi relación con Gerard, si se le puede llamar así, pero daba igual que hubieran cien de ellos, todo lo que hacía era disponer de mí, mis emociones, mi tiempo, mi espacio, mi cuerpo... sin mencionar que no tenía reparo en exigirme que cumpliera cada uno de sus caprichos materiales.

Ya no aguantaba más. Comencé a pensar que ya no había nada peor que pudiera pasarme. Iba a rendirme.

¿Por qué me quedé?
Porque Gerard se mudó conmigo a principios de octubre del año siguiente, cuando la culpa no me dejaba respirar, cuando mis labios se tornaban blancos de deshidratación. Me cuidó. Durante el día, su tacto era un monstruo feroz, hambriento y sin piedad, pero a la noche, se volvía un lugar seguro, como si nada malo hubiera pasado. Como si todo fuera normal.