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Gerard... cuando menos cuenta me di, ya te estaba necesitando.

Venía de un mundo alejado e irreal, me costaba comprender algunas cosas, y quería que tú me las explicaras, eras tan distinto a los demás...

Y haría lo necesario porque estuvieras bien.

-Oye, Way -dijo Bob mientras se acercaba a tu asiento, era temprano- tengo hambre.

-N-no tengo nada para darte -respondiste en un susurro con la vista clavada a tus rodillas.

-Oh, vamos -contestó él entre risas al tiempo que colocaba una de sus grandes manos en tu hombro con brusquedad- sé que eso no es cierto, además, no comer por un día no te haría mal -y bajó esa mano para presionar tu estómago. Fue cuando no pude más, y de algún lugar en mi interior, tuve el valor suficiente para decir algo.

-¡Basta, Bob! -me aproximé hasta ustedes y retiré su mano de ti con un empujón, eso lo sorprendió al principio, pero obviamente lo molestó. De haber sido un gato, hubiera podido ver cómo todo el pelaje de su espalda se erizaba.

-Mira enano -soltó con tono amenazante mientras me apuntaba con un dedo al rostro- tú eres nuevo, no sabes cómo funciona todo aquí. Te recomiendo que dejes de meterte en lo que no te importa.

-Esto me importa.

Y justo antes que me soltara un golpe, Matt llegó y se acercó a nosotros.

-Ya, Bobby, relájate, pareces un maldito troglodita -parecía que fuera domador de bestias, consiguió la obediencia del rubio al instante y todavía se dio el lujo de reír- buen chico.

Eso fue todo. No hablé con ellos ni contigo toda la jornada, la misma que te dejaron tranquilo.

¿Sabes algo? Me sentía como si tuviera una oportunidad.
Tenía una extraña sensación al verte, y no fue difícil quedarme prendado de eso.
Quizá estaba errado. Quizá estaba enfermo. Quizá estuviera equivocando las cosas. Quizá nada importaba.
Yo necesitaba algo más grande, y no sabía si eso estaba mal, pero yo sería bueno contigo. Siempre.

Papá decía quererme, y yo le creía. Eso me llenaba, me ayudaba a sentir que tenía un propósito, pero no era suficiente para mí.
¿Eso me hacía egoísta?
Sabía que podía tener algo más fuerte, algo que fuera eterno.
Con Nancy y Dom, deseaba desaparecer entre las letras de mis libros, de esa manera, el papel me haría real, la prosa hermoso, y los ojos inmortal. Pero eso nunca pasó.

Una vez afuera, tenía mucho que perder, pero arriesgarme me ayudaba a sentirme vivo, y estaba dispuesto a apostarlo todo al premio mayor.
Tus ojos me daban tanta confianza... que aposté a tu favor. A nuestro favor.
Pensé que eras el amigo del que papá hablaba, el alma que estaba buscando.

Yo sería todo lo que pudieras necesitar a cambio de un poco de tu luz.
Quería que me dijeras que era importante.
Quería que tú me necesitaras.

Me parecía la única manera de dejar de ser una mancha borrosa entre la gente.
No era especial, pero ya no era malo. Al menos, ya no me sentía así.

Quiéreme [FRERARD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora