4. Distancia [Imprudente]

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Marinette, escúchame

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Marinette, escúchame...
Tienes que salir, por favor. Tienes que decirles lo que aquí pasa.
Este es el infierno mismo, no debieron entrar aquí.
Sal, sal ahora. Por favor, tienes que hallar la manera de salir de aquí.

Hagas lo que hagas, no entres a esa habitación. Si entras ahí, ellos no te quitarán la mirada de encima, te volverán uno más. Serás de ellos. Marinette, Marinette, Marinette.

Marinette...

Bienvenida a la entrada al infierno.

Marinette se levanto de golpe tras haber escuchado esa voz en su cabeza. Maldición, está mala vibra que emanaba el hotel no había hecho más que traerles pesadillas.

Y lo que más le aterraba, era ver que para los demás este lugar había resultado un paraíso. Quizás sus pastillas para la paranoia aún no le habían dado efecto, pero por dentro ya había creado varías teorías acerca de porque la existencia de este hotel tan lujoso en medio de la nada.

Ninguna era buena.

Repasaba una y otra vez los pasillos del hotel con su mente. Esos puntos blancos en las placas le amordazaban como pirañas en su interior. Algo la mataba de miedo ahí, más que nunca, y ya quería irse.

Sin embargo aún el sol no estaba ni cerca de aparecer, la luna estaba en su punto más alto. Las penumbras invadían cada zona de la habitación, y las sombras jugaban con su mente como si de niños se tratasen.

Leves cánticos podía escuchar, y por primera vez desde que tuvo paranoia, ella deseaba que eso solo fuera producto de su imaginación. No entendía prácticamente nada, parecía estarse cantando en sollozos y risas, en dolores y alegrías. Solo una frase entendía.

Welcome to the Hotel California. Y se repetía una y otra vez en su cabeza.

Se abrazo las rodillas y se arrullo así misma para calmarse. Tenía que ser su paranoia, tenía que ser su paranoia, tenía que ser su paranoia.

Un grito ahogado.

Escucho un grito ahogado. Eso lo podía asegurar. Eso no podía ser producto de su imaginación. Su corazón empezó a palpitar, sentía un cosquilleo recorriendo una y otra vez su columna vertebral. El miedo se enfundaba en ella a flor de piel. Sensaciones negativas se envolvían en cada vello de su piel.

Ayuda Marinette, ayuda...

Susurros y más susurros se infiltraban por sus oídos como horribles agujas clavándose en su cabeza.

En la lejanía //Adrinette//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora