7. Paredes [Que oyen]

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La joven azabache palideció al sentir esa mano tan gélida rodeándola con firmeza

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La joven azabache palideció al sentir esa mano tan gélida rodeándola con firmeza.

-Tranquila Marinette.- susurró esa grave voz con una paciencia aún más inquietante que la de Melodie.- No querrás ir con Adrien y Melodie.- inquirió, sintió como los gruesos labios emisores de aquella voz rozaban sus oído izquierdo.- Eso sería de tontos ¿No primor?- todos sus vellos se erizaron a flor de piel al sentirlo más cerca, una lágrima se deslizó sobre su mejilla derrochando todo el temor que ella sentía.

¿Por que justo ahora que al fin había agarrado valentía, la cobardía la tomaba como su presa?

Y lo peor es que justo ahora, seguramente Melodie estaba guiando a Adrien a su infierno. No podía darse tiempo para la cobardía, de alguna u otra manera tenía que lograr escapar de ese hombre.

Empezó a forcejear contra ese cuerpo asustada, pero lo único que lograba era provocar una carcajada en el chico por el vano intento. Maldita frustración ¿Por que era tan débil? Tomó un respiro analizando la situación, suavizó todos sus músculos y dejo de batallar con el.

-Si que eres una fieresilla.- pronunció el.- Linda, eso no te funcionará aquí. El miedo te consume y lo sabes.- una de las manos del joven empezó a deslizarse a través del brazo desnudo de Marinette.- Tu piel, es muy suave.- y con un ágil movimiento, la ojiazul tiro su codo en contra de su estómago y logró liberarse.

Ni siquiera volteo a ver atrás, comenzó a correr; tenía que encontrar a Adrien.

-Marinette, sé que tú también la escuchas.- su cuerpo se detuvo. Deseaba pensar que no era eso a lo que se refería.- "La voz"- tiró el. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Sacudió su cabeza, de seguro la estaba engañando. Regreso su vista hacia adelante. Busca a Adrien, se repetía en su cabeza. -Hey, escúchame.- suplicó.- No confíes en La voz, la realidad es... que nunca podrás salir de aquí.

Y a pesar de no confiar en el, esas palabras la consumieron. Cayeron como piedra en su estómago y las esperanzas se derrumbaban dentro de ella. Su corazón tambaleaba y un jadeo entrecortado salió de su boca. Se empezó a acercar al joven olvidando por un instante que tenía que buscar al ojiverde.

-¿A que te refieres?- preguntó quitando toda emoción de sus palabras.

-Yo también confíe en ella, y mírame, ahora soy uno de ellos.- pasó un trago de saliva, la confusión la mataba.- En realidad, no deberías de confiar en nadie de aquí; ni siquiera en mi o en tu Adrien.- el chico se arregló el cuello de su camisa.-  Nunca sabes en qué monstruos se pueden convertir las personas.- reacomodo su postura y se le quedo viendo. Por un momento no hubo palabras entre ambos, solo silencio.

Analizó cada detalle del chico, probablemente sobrepasaba los 18 años. Cabello castaño y ojos azul grisáceo, complexión delgada. Pero nada de eso le llamaba la atención, si no ese aire cálido y jovial que brotaba de el, a la vez que enigmático; y en sus palabras, podía sentir un gramo de sinceridad, algo que había dudado mucho encontrar en una persona de ese hotel.

En la lejanía //Adrinette//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora